miércoles, 13 de abril de 2016

Palmeras en la nieve


SINOPSIS: Año 1953. Dos hermanos viajan desde los Pirineos de Huesca hasta la colonia española de Fernando Poo (actualmente Bioko), isla de Guinea Ecuatorial, para trabajar en una plantación de cacao. Allí Kilian (Mario Casas) se enamora de una nativa, un amor prohibido en aquellos tiempos en los que algunas líneas no se podían traspasar. Medio siglo después, Clarence (Adriana Ugarte) descubre de forma accidental una carta olvidada durante años que la empuja a viajar desde la tranquila vida en las montañas de Huesca a Bioko. Su objetivo es visitar la tierra en la que su padre Jacobo (Alain Hernández) y su tío Kilian pasaron la mayor parte de su juventud, y así intentar resolver los enigmas familiares y desvelar los secretos de lo ocurrido. En las entrañas de un territorio tan exuberante y seductor como peligroso, Clarence desentierra el secreto de una historia de amor imposible enmarcada en unas turbulentas circunstancias históricas cuyas consecuencias alcanzarán el presente.

Posesión española desde 1778, la isla de Fernando Poo formó parte de la Guinea Española hasta que en 1968 se proclamó la independencia del país. Palmeras en la Nieve sitúa parte de su acción en este periodo de transición, cuando la progresiva escalada de tensión y violencia de esos años supuso un complejo episodio para la historia de nuestras colonias en ultramar. Por otro lado, la historia tiene lugar en el presente, en Bioko, un territorio herido tras años de inestabilidad, dictaduras, desapariciones y falta de libertades. Una historia de búsqueda, pasión y amistad, épica e intimista, que tiende puentes entre dos tiempos, dos culturas y dos generaciones. 




FICHA TÉCNICA: 

Reparto: Mario Casas, Adriana Ugarte, Macarena García, Alain Hernández, Berta Vázquez, Emilio Gutiérrez Caba, Celso Bugallo, Laia Costa, Fernando Cayo.

Director: Fernando González Molina.

Año: 2015.

NOTA: 7

La industria del cine español ha vivido años en los que atreverse con una superproducción era algo impensable. Sólo unos cuantos elegidos como Bayona o Amenábar, ayudados por las grandes cadenas privadas, y con un reparto internacional que favoreciera sus ventas en otros mercados, lo han conseguido. Por tanto la existencia de un producto como 'Palmeras en la nieve' es, ya de por sí, una buena noticia para nuestro cine. Atresmedia se ha liado la manta a la cabeza y ha levantado un proyecto de 10 millones de euros, rodado en español y que apuesta por una calidad técnica que puede tutear a cualquier filme extranjero.
La cadena vio el excelente resultado que tuvo en televisión la adaptación de 'El tiempo entre costuras', el 'best seller' de María Dueñas y decidió repetir la jugada en la gran pantalla. Para elló ha usado los mismos mimbres, una novela romántica, ambientada en un contexto histórico rico, con Adriana Ugarte en uno de los papeles protagonistas y sin escatimar medios para que el producto luzca al primer vistazo. Para llevarlo a cabo confiaron en uno de sus directores franquicia, Fernando González Molina, que había convertido en éxitos de taquilla todas sus películas ('Fuga de cerebros', '3 metros sobre el cielo' y 'Tengo ganas de ti') y que incluso ha dirigido episodios de series de la cadena.
La industria del cine español ha vivido años en los que atreverse con una superproducción era algo impensable. Sólo unos cuantos elegidos como Bayona o Amenábar, ayudados por las grandes cadenas privadas, y con un reparto internacional que favoreciera sus ventas en otros mercados, lo han conseguido. Por tanto la existencia de un producto como 'Palmeras en la nieve' es, ya de por sí, una buena noticia para nuestro cine. Atresmedia se ha liado la manta a la cabeza y ha levantado un proyecto de 10 millones de euros, rodado en español y que apuesta por una calidad técnica que puede tutear a cualquier filme extranjero.



La película es entretenida y lo suficientemente atractiva como mantenernos interesados en el desarrollo de las desiguales tramas paralelas. Por un lado nos encontramos a Killian en los últimos años de su vida: un anciano (el desaprovechado Celso Bugallo), que balbucea palabras ininteligibles; y por el otro, al mismo Killian de mediados de siglo XX, narrando sus aventuras como capataz de una explotación agrícola de cacao en la isla de Bioko, Guinea ecuatorial. Su sobrina, Clarence (Adiana Ugarte) será la responsable de reconstruir su pasado por medio de sus cartas, diarios y documentos para tratar de encontrar aquella persona de la que habla, no vaya a ser que se quede fuera de la herencia. Así Clarence hará un viaje en el tiempo y real en el espacio, al desplazarse a Bioko para desvelando el pasado de su tío. Berta Vazquez (Bisila), es el gran descubrimiento de la película. Sincera, enigmática, interesante, Berta es una actriz que acepta los desafíos y no tiene miedo a enfrentarse a retos, como el de incorporar en su trabajo un idioma que le es totalmente desconocido con tan fantástico resultado. Puede que sea la ilusión de los primeros trabajos, pero actrices con mucho más callo, como Clara Lago, ni siquiera son capaces de mantener un acento regional en Ocho apellidos Vascos, como es el vasco. Este es un ejemplo que parece nimio, pero que en realidad puede condicionar para bien o para mal el resultado final.

Los personajes de Jacobo, hermano mayor de Killian y padre de Clarence (Alain Hernández), Julia (Macarena García) y Manuel (Daniel Grao) son un lastre para la historia debido a que su trama no aporta nada relevante al desarrollo de la película. De hecho, el personaje de Daniel Grao, así como otros secundarios que se presentan en la película, aparece y desaparece de forma abrupta y continua, presentándose en los momentos justos en los es imprescindible su palabra. Casi parece que producción estuviese recortando sesiones al actor. Por otro lado, la siempre atractiva Macarena logra protagonizar escenas emotivas y bellas pero que solo sirven para pintar un poco más el trasfondo. Alain Hernández… el personaje de este hombre se mueve entre dos aguas, entre el trio amoroso formado por estos tres personajes y sus intervenciones como el hermano de Killian, sin que los resultados de las primeras logren afectar lo suficiente los de Killian. Que sí, que se ve, que escrito está, pero al igual que al espectador no logra engancharse con la situación de conflicto por la independencia de Guinea Ecuatorial, tampoco consigue afectarse por sus desventuras. Estos tres podrían haber dado mucho juego si Palmeras en la Nieve se hubiera pensado como serie… pero de esta forma lo único que consiguen es meterle minutos a la película.



Es innegable que Palmeras en la Nieve es una buena película formada por un gran equipo, un gran reparto y unos grandes medios, pero el guión no funciona tan bien como cabría esperar sin que por ello llegue a desmerecer en absoluto. A pesar de los inconvenientes del filme, bien merecidas son sus cinco nominaciones a los Goya a Mejor Canción original, dirección de producción, dirección artística, diseño de vestuario y mejor peluquería y maquillaje, pero sin duda se han dejado fuera categorías como, mejor dirección (Fernando Gonzalez Molina), mejor fotografía (Xavi Giménez) y algún que otro nominado al reparto o protagonista, como podría ser el de Berta Vazquez.

La banda sonora: OBRA MAESTRA y ganadora de un premio Goya a Mejor Canción Original para Lucas Vidal y Pablo Alborán con el título Palmeras en la nieve.

A continuación, os dejo con el videoclip de la canción original de la película, interpretada por el cantautor Pablo Alborán y el tráiler del filme.







jueves, 7 de abril de 2016

El Gran Gatsby: la magia de lo visual


SINOPSIS: Nueva York, años 20. En la alta sociedad norteamericana, llama la atención la presencia de Jay Gatsby, un hombre misterioso e inmensamente rico, al que todos consideran un advenedizo, lo que no impide que acudan a sus fastuosas fiestas en su gran mansión de Long Island. Gatsby vive obsesionado con la idea de recuperar al amor que dejó escapar años atrás. Para ello se hará amigo de su vecino recién llegado, el joven Nick Carraway. 

REPARTO:
Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton, Isla Fisher, Elizabeth Debicki, Amitabh Bachchan, Jason Clarke, Adelaide Clemens, Max Cullen, Steve Bisley, Richard Carter, Vince Colosimo, Brendan Maclean, Kate Mulvany, Callan McAuliffe, Jack Thompson

AÑO: 2013 

DIRECTOR: Baz Luhrmann

GUIÓN: Baz Luhrmann, Craig Pearce (Novela: F. Scott Fitzgerald)

NOTA: 8.5 

El Gran Gatsby: la magia de lo visual

Una buena película debe impactarte desde el primer momento. Eso está claro. Pero pueden haber excepciones y ese es el caso de esta película. Aunque la ví en dos ocasiones, no acabó de convencerme, quizás por el extravagante estilo de Luhrmann a la hora de elaborar sus proyectos o por algunos personajes demasiado sobreactuados. Pero a la tercera va la vencida. Fue la tercera vez, cuando realmente quedé eclipsada con el filme: no solo la música, el ambiente y los personajes principales interpretados por Dicaprio y Mulligan fueron de mi agrado, también su excepcional vestuario y efectos especiales. 
Adaptar un guión de una novela es algo muy complicado pero tanto Luhrmann como Pearce han sabido  crear un guión que atrape al espectador en la trama y quedé concentrado ante la pantalla de su televisor. Cabe decir, que el libro sigue siendo más complejo y sutil todo y que algunas de las escenas de la película son exactamente iguales que a las de la novela. El gran error, aparece cuando vemos que Luhrmann ha querido centrar el proyecto en un único tema importante: la historia de amor entre Jay Gatsby (Leonardo Dicaprio) y Daisy Buchanan (Carey Mulligan). Lo que realmente se plasma en la novela es la historia de un hombre y su sueño, que no es otro que el del gran sueño americano, del que Daisy forma de él, ya que Gatsby se enamora de ella porque representa todo a lo que él aspira. Por otro lado, el estatus social de la señora Buchanan nunca fue el mismo que el de el señor Gatsby, teniendo en cuenta que éste último formaba parte de una famillia humilde, teniendo la gran suerte de ganar una riqueza (no desvelaré de parte de quién fue entragada para evitar spoilers) que lo hace ser un hombre de reputada situación económica. Esto que haya un amor imposible entre ambos, teniendo en cuenta además que Daisy se casa con Tom Buchanan (Joel Edgerton).



El lenguaje visual de Baz Luhrmann 

El director es portador de una estética exuberante y autor de películas como Moulin Rouge y Romeo + Julieta. En el caso de Luhrmann, éste siempre ha participado como guionista en sus películas, contando con la ayuda de Craig Pearce y como productor salvo en ‘El amor está en el aire’ (‘Strickly Ballroom’, 1992).  Ese poder le ha llevado no a perfeccionar sus dos funciones principales, sino a descuidar exageradamente el cargo de director de obra para convertirse en un glorificado decorador de la imagen. Todas las películas de este director, natural de Australia, son historias visualmente recargadas y los personajes son un mero accesorio para mostrarnos las piruetas visuales de las que es capaz Luhrmann y la cantidad de millones de dólares que ha sido derrochada para que ‘El gran Gatsby’ sea una cinta muy vistosa. Lo más curioso de todo es que cuando más brilla la película es cuando apuesta por momentos más íntimos —no en todos, eso sí— y no cuando la grandilocuencia característica de su director se adueña de la historia y lo reduce todo a la fuerza de las imágenes, lo que no tarda en hacer aguas al no tener algo suficientemente sólido en lo que apoyarse. 



Soberbia interpretación de Dicaprio y Mulligan

A pesar del punto negativo que hemos visto en el anterior apartado, lo que está muy claro es que el reparto, exquisitamente escogido, es soberbio. Especialmente si tenemos en cuenta las interpretaciones protagonistas de Dicaprio y Mulligan. Parece que Leonardo Dicaprio lleve el disfraz de Jay Gatsby y se apodere del personaje de tal forma que piensas que no solo entiende a Gatsby y simpatiza con él sino que pone parte de sí mismo en la creación de este enigmático multimillonario hecho a sí mismo, obsesionado por los detalles y la construcción de un sueño perfecto. No es hasta que el personaje del actor aparece en escena, cuando la película realmente engancha al espectador y lo dejá sentado en el sofá hasta que aparecen los créditos. Él es  el verdadero dueño de la función y a partir de entonces, es cuando la película alza el vuelo y comienza a desplegar otro tipo de encantos, más centrados en los conflictos de sus personajes. El misterio que rodea a Gatsby, el origen desconocido de su fortuna, sus fiestas, su obsesión por Daisy mientras contempla las luces al otro lado de la bahía, es el motor del relato, la fuerza que arrastra esta novela incesantemente hacia el futuro. Gastby encarna como ningún otro personaje la energía vital de la esperanza, que sin embargo acaba por resultar destructiva, y a la vez la incógnita de una época que todavía no es consciente de que lo peor está por venir. 
Por otra parte, tenemos a una magnífica Carey Mulligan, que encarna el perfecto perfil de la mujer resginada de la época, dulce, delicada, risueña pero con una gran tristeza en su interior. Ella está profundamente enamorada de Gatsby pero todo y que es un amor correspondido, el suyo es un amor imposible. Más lo imposibilita su casamiento con Tom Buchanan, un hombre rudo y frío, que no se anda con rodeos para eliminar a quién se interponga por su camino. El carácter de la señora Buchanan complica mucho las cosas a Gatsby, que quiere tener un acercamiento con ella pero no sabe como dar el paso adelante. Es por eso que el personaje de un magnífico Tobey Maguire hace que dé este paso adelante y debemos decir que el personaje de Nick Carraway ejerce de Celestina, ya que es él el que ejectua el plan de que haya un acercamiento entre Daisy y Jay. Estos se reúnen y comienzan otro amorío. Todo sigue muy bien, hasta que Tom conoce a Gatsby, quien no le cae bien, y se pone a investigar sus asuntos. Un pasado oscuro le hace sombra al señor Gatsby.




Un vestuario que te atrapa en los felices años 20

Con el fin de la Primera Guerra Mundial se inició una década en la que el mundo occidental se dedicó a celebrar el simple hecho de estar vivos. El armario femenino, tras cuatro años de guerra, estaba listo para ser alimentado de la forma más ostentosa posible. Además, había que añadir el factor de la autosuficiencia: las mujeres (trabajadoras ya) se negaban a renunciar a la libertad adquirida durante los tiempos difíciles, cuando los varones se habían tenido que ir al frente. Si alguien representó ese sentir independiente fueron las flappers, jóvenes emancipadas que huían del constreñido corsé y preferían, en su lugar, vestidos vaporosos, de corte recto (resultaban fáciles de replicar en casa con una máquina de coser) y cortados a la altura de la rodilla. Esa fue la silueta que propusieron y popularizaron Paul Poiret, Jean Patou o Coco Chanel. Las flappers fueron mujeres enigmáticas y liberadas, que se mantuvieron fieles a su propio patrón hasta el colapso de la bolsa en octubre de 1929: sus noches de humo y bailes estaban indiscutiblemente acompañados de tacones anchos y con hebilla, collares largos de perlas, tocados de plumas y boquillas largas para fumar cigarros. Casi 100 años después, las casas de moda -desde Gucci a Ralph Lauren, pasando por la propia maison Chanel- siguen tomando como referencia estética esa breve década rendida al hedonismo. 


Cabe decir, que el vestuario de la película, inspirado en las mujeres flappers, recuerda mucho al estilo de muchas de las actrices de la época como Mary Pickford, Joan Crawford o Greta Garbo.



En la imagen superior la actriz de los años 20, Joan Crawford.

Una banda sonora que jamás olvidarás 

El director de cine Baz Luhrmann acostumbra a actualizar la música y los ambientes de sus películas ('Romeo + Julieta' o 'Moulin Rouge') jugando a la gamberrada posmoderna. Gatsby no es una excepción a su regla. Su versión del clásico de Francis Scott Fitzgerald se acompaña de una banda sonora cuyo productor ejecutivo es el emperador del rap Jay-Z y cuenta con la consabida ración de estrellas del momento (Lana del Rey, Fergie o Jack White). Más allá de la jugada comercial, la elección juguetea con la iconoclastia al adornar con estridencias de radiofórmula un texto normalmente asociado a los ritmos sincopados del jazz de los años 20. “Un tiempo para los milagros, para el arte, para los excesos, una edad para la sátira”, como escribió Scott Fitzgerald en su libro Cuentos de la era del jazz. El fondo musical de 'El gran Gatsby', la novela, pertenece a los grupos que pusieron banda sonora a la felicidad de una década que, ay, alojaba en su interior el desencanto que aguardaba al doblar el decenio, cuando el sueño se convirtió en la pesadilla de la Gran Depresión. En el texto se citan algunas piezas concretas, como 'Three O'Clock in the Morning', de Paul Whiteman, aquel blanco que se proclamaría inventor del jazz, 'The Sheik of Araby', del pianista y genial humorista Fats Waller o el clásico 'Beale Street Blues', de Chris Barber. Más allá de las referencias, no cuesta imaginar aquella música, nueva y excitante, retumbar en toda su sofisticación en la mansión de Jay Gatsby durante las fiestas del verano de 1922, cuando Fitzgerald situó la novela. Casualmente, el año de uno de esos momentos estelares de la historia del género, en que Louis Armstrong cambiaría Nueva Orleans por Chicago y el jazz nunca volvería a ser el mismo.

La película cuenta con la colaboración de artistas como Jay Z, Gotye, Sia, Lana del Rey (que encabeza la canción principal del filme con Young and Beautiful), Beyoncé junto a André 3000 o Fergie.


A continuación, un vídeo recopilatorio de las mejores escenas de la película y de algunos de los pósters promocionados, así como algunos stills