viernes, 8 de julio de 2016

El pianista

SINOPSIS: Wladyslaw Szpilman, un brillante pianista polaco de origen judío, vive con su familia en el ghetto de Varsovia. Cuando, en 1939, los alemanes invaden Polonia, consigue evitar la deportación gracias a la ayuda de algunos amigos. Pero tendrá que vivir escondido y completamente aislado durante mucho tiempo, y para sobrevivir tendrá que afrontar constantes peligros.



Reparto: Adrien Brody, Thomas Kretschmann, Maureen Lipman, Ed Stoppard, Emilia Fox, Frank Finlay, Julia Rayner, Jessica Kate Meyer
Director: Roman Polanski
Año: 2002 
NOTA: 9,5

Varsovia, 1939, edificios y parques, autos y tranvías, carros y caballos, hombres, mujeres y niños transitando. Apartado y abstraído en una habitación, un hombre de mediana edad frente a un piano; nocturno en do sostenido menor de Fryderyk Chopin emerge del contacto de sus dedos con las teclas de marfil. El reflejo de sus manos en la oscura madera del instrumento es hermoso, a pesar de ello, no logra competir con todo lo que nos devuelven los gestos y expresiones del rostro del pianista, su pasión, su afición, el placer en su acto. Observando el entorno de la escena, nos damos cuenta que en apariencia se trata de un estudio de grabación, posiblemente una emisora de radio. El pianista comparte su interpretación, comparte su arte, su goce… y es cuando sucede… un estruendo brutal, un estallido que desintegra muros y ventanales, devolviéndolo a un plano mortal, donde siente pena y dolor; donde se ve arrojado en el suelo, herido, entre restos de mampostería, madera y polvo.

Desde la primera nota hasta el estallido final, no han transcurrido siquiera dos minutos. El acontecimiento ha sido un cambio brusco y súbito en la situación actual del individuo, una modificación en sus condiciones de vida previas de tal índole que podrían desbordar sus capacidades psíquicas y no poder afrontar adaptativamente el hecho, en tal caso podríamos referir que estamos frente a lo que se denomina una crisis accidental. Citaremos a Héctor Fiorini para comprender mejor este término: “es esa situación en la que el psiquismo está expuesto a algo imprevisto, brusco, que cambia sus condiciones de vida” [1]. Nos explica que lo característico de ese cuadro sería la reacción inicial de perplejidad por parte del sujeto, un sentimiento de confusión, de desorientación, esto debido a que su medio, el mundo de su experiencia ha sido trastocado de forma imprevista. El autor entonces nos informa un factor central en este tipo de crisis que es la experiencia de angustia: “el psiquismo no dispone de respuesta inmediata frente a un cambio súbito en las condiciones de vida, no está preparado, entonces le falta de condiciones para una respuesta inmediata, ante lo que ha cambiado como perspectiva vital, genera una experiencia de relativa impotencia, angustiosa, y muchas veces deprimente, porque en el cambio suelen venir pérdidas”. Hasta aquí la cita, nos sirve para comprender de manera clara el proceso global que acontece ante una crisis accidental.

Retomando la escena inicial de la película, luego de la explosión en la emisora de radio – que se debe a las batallas en la invasión de Polonia por parte de Alemania en el año 1939- el pianista polaco de origen judío y protagonista del film llamado Wladyslaw Szpilman logra reponerse de la situación, escapa del edificio y regresa a su hogar pudiendo comentar lo sucedido con sus familiares, este hecho en si no podría ser tomado como una crisis accidental. Sin embargo tomaremos como ya se explico en la introducción, el contexto en sí y podríamos hipotetizar desenlaces diversos, distintas formas de afrontamientos por parte del sujeto frente a lo ocurrido. Entonces, sabiendo que la angustia y depresión son los primeros estados que se detectan en la puesta en marcha de una crisis, podríamos luego esperar desemboque en dos caminos distintivos. En primer lugar podría suceder que el individuo desarrolle lo que se denomina crisis normal y por otro lado que el cuadro no logre resolverse en un período de tiempo esperado y se transforme en lo que se denomina una crisis patológica.

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Para comprender mejor ambos variedades de crisis, citaremos a Caplan para comprender en primer lugar que entiende el por crisis normal: “el psiquismo que esta sujeto a ese impacto de cambio súbito, invadido por la experiencia de confusión o de perplejidad, de angustia y de cierta depresión. Pasa un tiempo donde todo esto está alterado, que es el tiempo en el cual el psiquismo, consciente e inconsciente, va a buscar alguna respuesta. La noción de crisis normal supone que después de un tiempo prudencial, el psiquismo encuentra alguna respuesta al cambio de su vida”. Posiblemente en el caso de que el sujeto hubiera desarrollado una crisis normal, cumpliendo este cuadro sintomático, luego de pasado cierto tiempo prudencial, pasaría a realizar algún tipo de respuesta para salir de tal situación. Podría pensarse en una respuesta en términos de resignificar los puntos que han cambiado junto con lo que se ha modificado en el medio, resignar lo que se ha perdido – podríamos pensar en la emisora de radio, lugar de trabajo del pianista, o quizás algún amigos o compañero de trabajo ha resultado herido o fallecido en la explosión – en tal caso, encontrar la posibilidad de alguna eventual sustitución ya sea concreta o simbólica.

Otro posible desenlace frente a esta situación de violencia, podría ser que desarrollada una crisis normal, esta no decrezca. Los síntomas se perpetúan en el tiempo, se cumple ampliamente el tiempo de crisis normal y sin embargo el psiquismo no encuentra una respuesta adaptativa que le permita evitar la angustia y depresión constante. Según nos explica Caplan, el no encontrar respuestas por parte del psiquismo, pone en marcha una serie de circuitos realimentadotes que amplifican la problemática de la crisis [4]. Se entendería que a medida que el tiempo transcurre, el psiquismo enfermo no se queda detenido en ese estado, al perpetuarse el tiempo va empeorando. Si no aparece un cambio que de respuesta eficaz a la crisis, la angustia iría creciendo cada vez más. El sujeto entonces no tendría capacidad de respuesta, esta situación se va magnificando, y realimentando, ya que esta incapacidad aumenta la angustia, la cual incrementa la experiencia de impotencia psíquica. Observamos así como en un cuadro de crisis patológica, la angustia se alimenta a si misma, esto circuitos son más bien círculos viciosos, que aumentan la frustración y negatividad en el sujeto.

En el caso hipotético de que el protagonista de la película desarrollara una crisis patológica, su psiquismo se encontraría cada vez más confuso, perplejo, con sentimiento de impotencia y rodeado de un ánimo de negatividad. Probablemente el estancamientos de su organización psíquica desembocaría en nuevas patologías regresivas, desorganizaciones y sería esperable el surgimiento de ansiedades psicóticas, confusionales y eventualmente de tinte persecutorio. Nuevamente, todo esto no hace más que acrecentar la experiencia de impotencia, la observación de que no hay respuesta a un problema, reforzando el modelo de realimentación de la patología.

Antes de continuar con el tratamiento de otra escena de la película, quisiera llamar la atención a un punto no menor a la hora de analizar estos casos. La película empieza su relato a mediados de septiembre del año de 1939, momento en que la Alemania Nazi decide invadir Polonia. A partir de aquí y durante los años que perdura la segunda guerra mundial, el pueblo judío es victima de toda una serie de sometimientos que todos conocemos y son parte de las oscura y triste historia de la humanidad. El punto es que resulta difícil pensar en que un sujeto de la colectividad judía – o cualquier sujeto perseguido bajo ese régimen totalitario, como homosexuales o gitanos – pueda desarrollar una crisis normal y pasado cierto tiempo prudente, superarla. Esto por el simple hecho que el ambiente no era propicio para que el sujeto pueda realizar sus resignaciones, cuando quizás semana a semana iba siendo realimentado con nuevos sucesos perturbadores. Sería complicado resignar una pérdida para un individuo, si hoy eran saqueadas sus pertenencias, si al día posterior expulsado de su hogar y trasladado en trenes a un campo de exterminio, si la semana siguiente eran asesinados sus padres, si al mes siguiente sistemáticamente eran asesinados sus hijos. Sumado a la escasa posibilidad de sustituir la perdida con acciones concretas o simbólicas. La limitación de acciones era marcada a fuego de ametralladora por los guardias del régimen y simbólicamente parece imposible pensar en una elaboración de la situación a un modo objetivo, más bien todo apuntaría a que el sujeto sufra regresiones, negando la realidad y construyendo una nueva realidad a un modo psicótico.

Es por esto que hemos usado la primera escena, con la que inicia la película, para ejemplificar un posible desenlace de crisis normal. En lo que sigue y a mi parecer respecta, es casi imposible pensar en el termino “normalidad”. Ya que la situación de crisis de la que habla la trama es critica a un extremo atroz. No podremos pensar en “tiempos prudentes” de la crisis normal, cuando los sujetos no están inmersos en un estado normal de cosas. Hablar de tiempo prudente es una medida cultural, y por razones obvias, el pueblo judío no subsistía o me animo a decir, no sobrevivía, en un medio cultural sano, normal, civilizado, digno y apto para que puedan desarrollar una respuesta adaptativa a la crisis. Citemos a Fiorini para entender mejor esto: “Los entornos son decisivos para la evolución de la crisis, no sólo son decisivos los recursos que el sujeto tenga en tanto sujeto, sino además los entornos, porque lo que van a proveer en estas zonas de intercambio quienes participen de la crisis son, o factores equilibradotes, o factores desequilibrantes”.


A pesar de esto, se presenta al protagonista principal como un hombre que a pesar de sufrir tal degradación, vivir el exterminio, ver enviar a la muerte a todos los suyos, ha logrado subsistir, no ha sido vencido, el régimen no ha logrado tomar su dignidad y esperanza. Esta demás decir que ha sufrido inhumanamente, pero el film nos invita a observar que ha superado la situación de crisis, día a día, mes a mes, año tras año. No se observa que haya presentados síntomas de una crisis patológica, más bien ha sido victimas de una serie consecutiva de situaciones extremas de las cuales ha logrado resignar lo perdido, no sin esfuerzo. Ha logrado encontrar respuestas con acciones concretas, como ha sido ayudar a la resistencia ocultando armas, compartiendo alimentos. El solo hecho de ocultarse para sobrevivir, nos da la pauta que veía un futuro posible a pesar de todo. A lo largo de los años de guerra, el protagonista ha encontrando respuestas frente a sucesivos cambios súbitos en su condición de vida y ha podido elaborar internamente esos cambios. Demás esta decir que estas condiciones son la base por la cual las vivencias de Szpilman han sido llevadas al cine, y sin duda – así nos lo demuestran los relatos de otros sobrevivientes – no ha sido el único sujeto con tal fortaleza yoica y capacidad de adaptación.

Llegado a este punto, nos hemos puesto a pensar más finamente la situación global que ocurre en la trama de la película y es así que nos preguntamos si hay lugar para pensar en abordajes e intervenciones terapéuticas; creemos que la respuesta real sería negativa. Cómo pensar en terapias de salud mental en medio de una guerra de genocidio, sin dudas el ejército Alemán sería el primer contrincante a vencer. Nuevamente – como se explicó en la introducción – será necesario realizar un ejercicio de creación y pensar en desenlaces posteriores, en situaciones postconflicto. Es así que si un grupo de terapeutas hubiese tocado tierra europea y asistido a los sobrevivientes de los campos de exterminio, no tengo dudas que encontraría situaciones de crisis patológica – entre otras patologías quizás mas graves como desarrollo psicóticos, pero no ese el tema de este escrito-. Sería urgente comenzar con la labor ya que el factor tiempo seguramente estuvo jugando en contra hace años. Ya sería esperable que el daño sea enorme, porque la patología probablemente estaría presente hace varios semestres, pero a pesar de ello, cuanto antes posible se trate a los sujetos, más se reducirá el daño.

A lo largo de la película, se observan sucesivas escenas de hombres y mujeres que se encuentran caminando apesadumbradamente por las calles y por los campos de reclusión, con un sesgo deprimido, con poca actividad motora y mirada difusa. Madres que buscan a sus maridos o a sus hijos que no ven hace meses y sin embargo interrogan a cualquier sujeto que cruza su camino, siempre con la misma frase de forma repetitiva. En cierta escena se observa a un joven mujer que no para de gritar fuera de si por haber cubierto la boca de su hijo para que no se oyeran sus llantos y así no fueran descubiertos en su escondite; por hacer esto el niño muere asfixiado. Observamos ancianos que actúan irracionalmente, (si se me permite hablar de razón es este estado de crueldad) acusando que serán atacados y hurtados cuando ya en realidad nada tienen. Gente que camina entre cadáveres y personas muriendo por inanición. Escenas de este talante no solo son demostraciones de lo que puede hacer el hombre, también son muestra de todo aquello que puede soportar.

Qué factores deberían entonces tener en cuenta un terapeuta a la hora de comprender que subyace a una crisis patológica en la cual el sujeto no logra encontrar respuesta a la crisis. En primer lugar deberemos tener en cuenta que el sujeto que se encuentran inmerso en esta situación no ha de percibir su estado y por lo tanto no logra operar correctamente. Es el trabajo de otro detectar el problema e iniciar la demanda, como nos explica Fiorini: “Aquí la demanda hay que crearla, porque el sujeto no lo va a hacer. Porque si tiene las condiciones para pedir ayuda, ya está empezando a salir de la crisis.” 


En definitiva, lejos de la autobiografía autocomplaciente, el exorcismo académico o el historicismo caligráfico, Polanski se ha acercado a su terrible pasado desde la perspectiva del que se ha exiliado de sí mismo. Autoexilio que le permite impregnar cada uno de los planos de "El pianista" con la distancia antisentimental que exigía contar la historia de este fragmento del Holocausto, protagonizado por un antihéroe tan polanskiano como la Carol de "Repulsión" o la Rosemary de "La semilla del Diablo". Después de todo, la odisea de Wladyslaw Szpilman, que observa la guerra como un voyeur (son frecuentes las secuencias en las que, encerrado en un piso, contempla la destrucción del mundo que había conocido a través de una ventana o el ojo de una cerradura) contemplaría la película de su muerte futura, es idéntica a la odisea del Trelkovsky de "El quimérico inquilino", que no casualmente encarnaba el propio Polanski. "El pianista" no solo es el ajuste de cuentas del autor de "Chinatown" con la ocupación nazi y la persecución judía, sino también, y sobre todo, la historia de la difícil supervivencia del hombre contemporáneo en una sociedad cruel y esencialmente malvada. Lo que resulta más conmovedor es que, a estas alturas, Polanski siga creyendo que el arte es el único lenguaje que puede aniquilar las diferencias entre enemigos. El arte es el gran protagonista de esta película a la vez épica e intimista, tan desoladora y luminosa como la vida misma.

LA HISTORIA REAL 

Un joven pianista judío y su familia, los cuales residían en Polonia, se vieron expulsados, encerrados y masacrados en guetos junto al resto de la comunidad judía a causa del genocidio nazi y la ocupación de los países del Este durante la Segunda Gue Un joven pianista judío y su familia, los cuales residían en Polonia, se vieron expulsados, encerrados y masacrados en guetos junto al resto de la comunidad judía a causa del genocidio nazi y la ocupación de los países del Este durante la Segunda Guerra Mundial.
Posteriormente, al final de la guerra llegó el derrocamiento del III Reich y la expansión y dominio territorial del ejército soviético de la URSS de Stalin.

Éste es el marco histórico de la película, que nos muestra los terribles efectos del holocausto nazi sobre la comunidad judía que sufrió la explotación, la miseria y el exterminio de gran parte de su pueblo.También nos muestra cómo dentro de los guetos existían dos clases de judíos, los ricos y los pobres, y cómo la policía judía creada dentro de los guetos colaboraba con la policía secreta nazi para controlar a la población judía y que ésta no pusiese en peligro el dominio nazi del país. No hay que olvidar que el ascenso de Hitler al poder fue consecuencia de la aniquilación de la revolución alemana de 1918.

El nazismo masacró y fusiló a millones de trabajadores comunistas y socialdemócratas, además de destruir tanto al Partido Socialdemócrata como al Partido Comunista Alemán. Desde un punto de vista crítico debemos también valorar lo que sucede en nuestros días con la ocupación del ejercito judío de los territorios palestinos. Por esa razón, debemos denunciar tanto el holocausto nazi como el genocidio que sufren hoy los palestinos a manos del ejército israelí. Además, también debemos decir que no hay solución al problema de Oriente Medio bajo el capitalismo y, por lo tanto, es más necesario que nunca el fortalecimiento de la unidad de la clase trabajadora palestina e israelí para sentar las bases del socialismo en Oriente Medio. El nazismo masacró a comunidades étnicas enteras, pero también a millones de trabajadores comunistas que luchaban por un mundo mas justo e igualitario. La película relata la historia real del pianista polaco Wladyslaw Szpilman, quien años más tarde escribiría el libro El pianista del gueto de Varsovia, donde refleja tanto su historia personal como los sufrimientos del más de medio millón de judíos que perdieron la vida en el gueto de Varsovia.

Wladislaw Szpilman nació en Sosnowiec, el 5 de de diciembre en 1911, en el seno de una familia judía. Fue un compositor, famoso pianista, y sobreviviente del holocausto durante la Segunda Guerra Mundial en 1939, con la invasión de Polonia. Murió en el 2000 poco antes de que su libro autobiográfico, "El Pianista del Gueto de Varsovia" (“Śmierć Miasta”, disponible en FantasyTienda) fuera adaptado al cine de la mano de Roman Polanski bajo el título “The pianist”. Fue conmemorado por el gobierno polaco a la medalla de The Order of Polonia Restituta.

La familia de “Wladek” tiene la ilusa esperanza de que la guerra acabe con la unión de Gran Bretaña y Francia. Pero se equivocaron de una manera sobrecogedora. El régimen hitleriano comienza a desatarse lentamente, filtrando las calles de Polonia de ese veneno tan característico que viene antes de la tormenta. Los alemanes toman la ciudad poco a poco, y tratan de tranquilizar a la gente con carteles, diciendo que a ninguna persona se le faltará el respeto, que a nadie, por ninguna condición, le negaran los derechos; y más específico todavía: que a ningún judío le faltará de nada. “No hay nada de qué temer”.
La gente confiada, creyó todas esas mentiras pérfidas, y de pronto, la bomba se desató, estalló con un horrible estruendo a putrefacto, a racismo, a fascismo. Las calles tan tranquilas antes, se llenaron de nuevas leyes. Cada día un nuevo dictamen para sus ciudadanos judíos.

Aún hoy en día, existe este famoso gueto de Varsovia, famoso por sus pesares, por sus tristezas. El “Getto warszawskie” en polaco, fue el gueto más grande construido en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. Tan sólo existió tres años en la humanidad, pero tanto el hambre, como las enfermedades, y por supuesto, la ayuda de los nazis y sus campos de concentración, ayudaron a reducir la población judía hasta unos insospechables 50.000, de unos 400.000 ciudadanos. En este gueto, tuvo lugar una de las primeras revueltas contra la invasión nazi, el levantamiento del Gueto de Varsovia en 1943, donde Wladyslaw Szpilman tuvo un protagonismo muy importante, ayudando a traficar con el armamento para preparar a los prisioneros para la revuelta.
Dentro de este gueto, no se puede uno hacer la idea de que todos se ayudaban y convivían con el mismo pesar. No, cada uno tenía su sufrimiento, y existían personas que aún creían que no pasaría absolutamente nada. También existían las distintas clases sociales, ya que el humano nunca deja de ser humano, al fin y al cabo.Había gente muriéndose de hambre mientras otros eran capaces de hacer parar el piano de Wladek para poder contar las monedas de oro. El 20 de Enero de 1942, en la Conferencia de Wannsee, los líderes nacionalsocialistas tomaron la decisión de exterminar a todos los judíos de Europa. Esos fueron los últimos momentos del “Getto warszawskie”. La primera fase de la “Solución final” llamada “Operación Reinhard” fue llevada acabo en Polonia, construyendo el campo de exterminio de Treblinka en mayo de 1942, terminándolo en julio del mismo año, coincidiendo con el exterminio del gueto de Varsovia.


Wladyslaw Szpilman, el pianista que inspiró la creación de la película.

A pesar de todos los esfuerzos del Concejo judío, el 22 de julio, comenzó la llamada Große Umsiedlungsaktion (Gran acción de realojamiento) deportando al Este a más de 6.000 personas diarias. El líder del Concejo judío, al ver que sus esfuerzos por detenerlos serían totalmente en vano, terminó por quitarse la vida, dejando una nota de suicidio que rezaba: “No puedo soportar más todo esto. Mi acto mostrará a todos qué es lo correcto a hacer". Como era de esperarse, los suicidios aumentaron en número. La fase final de la primera deportación masiva sucedió entre el 6 y el 11 de septiembre de 1942. Entre estas fechas, 35.886 judíos fueron deportados, 2.648 ejecutados en el lugar y 60 se suicidaron. Luego de esta primera etapa, aproximadamente 55.000 personas permanecieron en el gueto, ya fuese trabajando en las industrias alemanas o viviendo a escondidas. En ese espeluznante desalojo, Szpilman vivió uno de los peores momentos de su triste vida.

Por supuesto, él estaba entre todas esas personas para ser deportadas a los famosos “campos de trabajos forzados”. Junto a su familia, esperó a la muerte sin saberlo realmente, pero teniendo una certeza en su corazón. Tal vez, un golpe de suerte, una jugada del destino, lo hizo desligarse de aquel fatídico final.

LO MEJOR: increíble banda sonora a piano y la magistral interpretación de Brody, que lo hizo merecedor de un premio Oscar a mejor actor y un premio César.

A continuación, os dejo con el tráiler en español y una de las piezas musicales que aparecen en la película, tocadas por el propio Wladyslaw Szpilman.




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