sábado, 28 de mayo de 2016

Blow: en busca del sueño americano

Blow 


SINOPSIS: Basada en hechos reales, cuenta la historia de George Jung, un hombre de familia humilde que consiguió hacerse multimillonario gracias a su propia versión del sueño americano. Durante su estancia en la cárcel se adentra en el mundo del narcotráfico en Colombia, y a través de un ingenioso sistema de importación llega a comerciar la mayor parte de la cocaína que entra en Estados Unidos durante los 70. Acompañado por Mirtha y Delgado, formarán un triángulo que compartirá situaciones límite dominadas por la pasión, el odio, la amistad y una desmedida ambición de poder.



FICHA TÉCNICA

Reparto: Johnny Depp, Penélope Cruz, Ethan Suplee, Ray Liotta, Franka Potente, Rachel Griffiths, Paul Reubens, Jordi Mollà, Denis Leary, Cliff Curtis, Miguel Sandoval.
Director: Ted Demme
Año: 2001
NOTA: 9

Blow cuenta la historia real del narcotraficante George Jung, desde sus comienzos distribuyendo marihuana de origen mexicano en la costa Este hasta el momento en el que llegó a controlar el 85% del tráfico de cocaína de los Estados Unidos. En un estilo muy similar al usado por Martin Scorsese en la ya citada Uno de los nuestros, Ted Demme recurre a numerosos efectos visuales como la congelación de la imagen, angulaciones extrañas y acumulaciones de fotos fijas a modo de elipsis narrativas. Efectos que unas veces funcionan y otras, lamentablemente, no.
Y es que, por más que lo intente, Ted Demme no es Martin Scorsese, y a la larga eso se nota. Blow se resiente, en primer lugar, de un guión que avanza a trompicones, dejando a su paso infinitud de cabos sueltos. Y, lo que es peor, que tiende a contar las cosas antes que a mostrarlas; por ejemplo, al principio de la película vemos cómo George le explica a su novia cuánto le satisface su vida como traficante de marihuana en Los Ángeles (algo, que, con un mínimo de talento visual, se podría haber solucionado en apenas un par de planos sin recurrir a un truco tan barato).



Además, los conflictos que plantea la película son más bien tópicos. Por una parte se desarrolla la paradoja del sueño americano y la injusticia de una escala de valores que clasifica a las personas por su éxito; George alcanza la riqueza por medios ilícitos mientras su padre se encuentra al borde de la miseria tras una vida de honrado trabajo. Tampoco Blow parece tener nada nuevo que decir sobre el tema de las drogas y, de hecho, pasa sorprendentemente de puntillas sobre el asunto. Así, pese a que en un momento determinado el protagonista sufre un colapso tras haber inhalado demasiada cocaína, acto seguido y sin esfuerzo aparente se quita de la coca (y, ya de paso, del alcohol, el tabaco y no se sabe si incluso del café) durante cinco años.



El filme expone el lado más oscuro del glamour de los años 70 y 80, donde no todo era dinero, mujeres y poder. A través de un meticuloso examen de ese mundo de contrabando, de negociaciones implacables, de ejecuciones brutales, de grandes operaciones de blanqueo de dinero, Blow nos propone un viaje al lado de Jung, donde asistiremos impasibles a toda la desdicha de su personaje, a sus alegrías y tristezas, a sus esperanzas y miedos, a su ascenso al poder y su posterior e inevitable descenso a los infiernos. Porque al fin y al cabo, George Jung fue -y sigue siendo- un hombre leal, un hombre consecuente con sus ideales, capaz de luchar con todo para salvar aquello que mas quería, su familia; pero que acabó en una encrucijada formada por el dinero y el preciado polvo blanco.
Jung está incorporado por Johnny Depp, en un múltiple recorrido estético muy de la época iniciado por un look californiano estilo Byrds. La película consigue atrapar cierto sabor del período ácido en el que se mueve, pero la narración de Ted Demme es voluble y no ahonda con perspicacia en el universo lisérgico, manteniéndose en una repetición de constantes sobre el tráfico de estupefacientes aderezadas por una meliflua mirada a la difícil estabilización emocional en cuanto a las relaciones familiares del problemático personaje principal. Un film desarrollado con escasa imaginación en su temática esencial y cuyo giro melodramático familiar final difícilmente logra encontrar la complicidad sentimental del espectador.



Por lo que respecta al apartado técnico destaca una potente banda sonora que sin duda es el complemente ideal para este tipo de cintas. La gran elección de la música que acompaña al film es una de las bazas más importantes que tiene Blow en su haber. Mención especial merece la dirección artística, de vestuario y maquillaje, pues vemos como durante dos décadas, Depp se marca diferentes modelitos horteras y que tan bien quedan en cintas de estas características (véase, Scarface o Casino).

LO MEJOR: La actuación de Johnny Depp resulta bastante efectiva y creíble, Penélope Cruz, vendida como co-protagonista aparece muy brevemente en el metraje del film y generalmente se dedica a pegar gritos y Jordi Mollá sí que cumple a la perfección, representando a un personaje de primordial peso en la evolución vital de Jung.



A continuación, os dejo con el tráiler de la película y con un reportaje sobre George Jung, el hombre que inspiró la realización de la película.



Southpaw: cree en la esperanza


Southpaw

SINOPSIS: Billy 'The Great' Hope (Jake Gyllenhaal) es uno de los boxeadores más prometedores del panorama deportivo. Lo tiene todo en la vida: una esposa que le quiere, una hija que lo adora y un sueño hecho realidad. El problema surgirá cuando la decadencia empiece a asomarse por su vida, poniendo en riesgo no solamente su realidad, sino su propia vida y con ello, a todos los que él quiere. El dolor y la impotencia harán que Billy se encuentre en una encrucijada de la que no sabrá salir. La redención será el único camino que podrá seguir el boxeador para encontrar su propio perdón.


FICHA TÉCNICA

Reparto: Jake Gyllenhaal, Forest Whitaker, Rachel McAdams, Oona Laurence, Naomie Harris, 50 Cent, Víctor Ortiz.
Director: Antoine Fuqua
Año: 2015
NOTA: 7.5

En el boxeo, como se puede comprobar en la película, este espécimen superior se mueve por ciertos impulsos: bravuconería, demostraciones de fuerza y poder, provocaciones a rivales y ridiculización de aquellos a los que considera inferiores. Este comportamiento ha sido heredado de la actitud callejera y las luchas territoriales, en las que el varón aprende que el componente más importante para obtener el poder es el respeto y el honor. Un honor que, en el presente caso, se obtiene por medio de la violencia. . Como viene siendo habitual en estos casos, los errores propios los terminan pagando los demás y, a consecuencia de sus yerros, Hope arrastrará a su familia en su desplome anímico, al tiempo que lo perderá absolutamente todo —aquí aparece el juego de palabras conceptual entre el nombre del protagonista: Hope, y la pérdida de todo cuanto tiene y cuanto es: perdida de esperanza.




En el descenso a lo más profundo de la mente, Billy tendrá que atravesar las diferentes fases de la pérdida antes de darse cuenta de que si quiere recuperar su vida habrá de volver a enfrentarse a su pasado y recuperar la fe en sí mismo. Antes de llegar a este punto de aceptación, el protagonista pasará por un periodo de odio y dolor en el que apreciamos claramente la firma del guionista y creador de la historia: Kurt Sutter, quien ya había demostrado ser un despiadado maestro a la hora de exponer a sus personajes a un estado de sufrimiento desmesurado, como pudimos comprobar en el infierno por el que pasaron algunos de ellos enSons of Anarchy. Wills se convierte por lo tanto en su sensei, enseñándole nuevas formas de lucha en las que utilizará la defensa como forma de construir un buen ataque. Potencia y control serán las claves de su recuperación.

Logra una expectación por Fuqua antes y durante el combate definitivo es de una eficiencia asombrosa, el director evidencia una gran seguridad y destreza a la hora de rodar las rápidas y espectaculares escenas a cámara lenta llenas de sangre, sudor y lágrimas, aunque no parece tan cómodo cuando tiene que alternar ciertos detalles de la trama, como la historia de Billy con su hija que, por momentos, resulta demasiado discordante con el fluir de la acción principal. No obstante, en este punto Gyllenhaal ya habrá demostrado su incontestable potencia actoral, logrando que su interpretación no quede reducida a la espectacularidad de su físico —reflejo idóneo de esa hipermasculinidad corporal—, sino que irá mucho más allá, mediante un uso fantástico de esa fisionomía hipertrofiada y su adecuación al ambiente. Los movimientos, las miradas, la transmisión de ese dolor y la empatía que genera en su resurgir de las cenizas son ejecutados con una fuerza y una efectividad asombrosas. Un perfecto pilar de apoyo para el director, quien traza con deslumbrante soltura su retrato de la consecución del sueño americano al tiempo que reabre el debate sobre los problemas de clases y de la representación de la masculinidad en la Norteamérica de las grandes oportunidades.



Fuqua sigue fiel a sus dramas masculinos con Southpaw, la enésima cinta de superación personal y boxeo. Jake Gyllenhaal es el encargado de poner cara y sobre todo cuerpo al magullado protagonista, un antihéroe muy reconocible. Gyllenhaal se entrega en todos los sentidos y la mano curtida de Fuqua se nota en cada fotograma: la película se beneficia del oficio de ambos, sobre todo en las escenas más adrenalíticas. Por desgracia, el film no sólo es poco sutil, sino que se muestra especialmente torpe a la hora de conferir cierta complejidad a sus personajes: el drama familiar y la historia de venganza que basa la historia apenas está trazada con cuatro brochazos, sin evitar tópicos, momentos lacrimógenos y arrebatos estéticos propios del videoclip. Sin llegar a la insufrible delectación violenta de The Equalizer,Southpaw es una cinta correcta y entretenida que ofrece al público lo que promete: varias escenas de lucha en el cuadrilátero y distintos momentos que permiten a Gyllenhaal presumir de músculo interpretativo.
Lo peor de todo es que la trama de la hija de Billy se resuelve como si nada, algo que parecería de vital importancia en la trama se corre repentinamente para dar paso a la pelea final, como si una simple pelea, como si volver al ring ordenara devuelta la vida de Billy, como si solucionara todos sus problemas, como si fuera lo único que necesita, esto presenta una poca evolución del personaje, lo cual termina de hacer sentir a la película falta de sentido, y hace ver a la trama aun mas genérica.



LO MEJOR: Un maestral Gyllenhaal, que ya nos eclipsó en el drama Brokeback Mountain junto con el fallecido Heath Ledger.

A continuación el tráiler de la película (subtitulado en español) y un vídeo con los momentos más especiales del filme con el tema Till I Collapse del rapero Eminem.