Reparto: Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Ethan Hawke, Lorelei Linklater, Jordan Howard, Tamara Jolaine, Zoe Graham, Tyler Strother, Evie Thompson, Tess Allen, Megan Devine, Fernando Lara, Elijah Smith, Steven Chester Prince, Bonnie Cross, Libby Villari, Marco Perella, Jamie Howard, Andrew Villarreal, Shane Graham, Ryan Power
Director: Richard Linklater
Año: 2014
Nota: 9
Las barreras que definen el cine de ficción y de no ficción cada vez son más laxas. Durante años, el cine de lo real ha ido experimentando con elementos típicos de historias pertenecientes a la ficción en busca de fórmulas que den dinamismo a las infinitas posibilidades que existen para narrar una historia. En lo que se refiere a la ficción, son múltiples los casos de films que buscan verosimilitud en su narración y para ello recurren a elementos propios de un cine documental, incidiendo en cuestiones de estética, retórica y formalismo, como son los recursos de la entrevista o el formato de grabación y subjetivismo de la misma, ampliamente recurrentes en los mockumentaries o el género de terror y sus found footages. Los intentos por dinamitar los códigos que separan lo real de la ficción siguen siendo materia de gran interés. La última película de Richard Linklater puede inscribirse dentro de esa misma conjunción, pero los matices que la diferencian hacen inapropiada su extrapolación. Sin duda, esta no es la primera aproximación que un director realiza para narrar una historia de ficción a lo largo de la evolución física y real en el tiempo de sus personajes. Un ejemplo parecido puede encontrarse en el film Everyday (2012), en el que Michael Winterbottom realiza el seguimiento, durante un periodo de cinco años, de una familia cuyo padre está en prisión. El paso del tiempo, evidenciado en los niños, acentúa la distancia y la separación familiar. El propio Linklater ya había trabajado sobre esta idea en su trilogía “Antes del amanecer/atardecer/anochecer”(1995-2013), entendida como un único bloque en el que la pareja interpretada por Ethan Hawke y Julie Delpy experimentan una transformación circunscrita a un tiempo real que corre en paralelo con la evolución ficticia de la relación de pareja. En esta misma línea, otro ejemplo mucho más popular, podemos encontrarlo en la saga de Harry Potter y el seguimiento cronológico de los pequeños aprendices de magos.
Boyhood es el recorrido de Mason (Ellar Coltrane), un niño de cinco años que vive con su madre (Patricia Arquette) y su hermana (Lorelei Linklater). El comienzo se sitúa en los primeros años de colegio tras la reciente separación de sus padres. Este hecho marcará de una manera determinante muchas de las circunstancias y experiencias vitales que irán dando forma a su personalidad. El fin del viaje está marcado por su decimoctavo cumpleaños, momento que supone su independencia, al abandonar el hogar materno para comenzar la universidad. Con toda seguridad, la película no hubiese conseguido el mismo efecto si la evolución hubiese sido interpretada por diferentes actores, puesto que la familiaridad que el espectador adquiere se incrementa de este modo. Pero por encima de este factor, se encuentra la sensación final de amplio conocimiento de los rasgos psicológicos, llenos de aristas, que definen la personalidad de Mason, así como los vínculos familiares y sociales que han marcado su devenir. La cinta ofrece la experiencia única de asistir, en poco menos de tres horas, a un fidedigno reflejo de la infancia y la adolescencia, como etapas llenas de grandes cambios —los mayores de toda una vida— en la que el aprendizaje y la ingenuidad marcarán los descubrimientos del proceso vital en el día a día.
Lo que llama más la atención de esta película es que destaca por su originalidad, ya que ha seguido y ha filmado la vida de un chaval desde su más tierna infancia (6 años) hasta el día de su graduación; es decir durante la nada despreciable cifra de 12 años. Esta idea recuerda a François Truffaut que inició con Los 400 golpes y su álter ego, Antoine Koinel, una saga cinematográfica de similares características.
El encargado de dar vida a este personaje ha sido Ellar Coltrane, mientras que todo esto no hubiera sido posible sin el talento del cineasta Richard Linklater, al que todos recordarán por la excelente trilogía: Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del Anochecer, que cuenta la historia de amor de Julie Delpy y Ethan Hawke en el trascurso de 20 años y dejando envejecer a los citados actores al igual que ocurre con esta historia.
Mason es un niño de corta edad al que veremos crecer hasta convertirse en un hombre de 18 años en una producción de treinta y nueve días de rodaje, pero filmado, como decíamos, en el transcurso de 12 años.
El reparto lo conforman un grupo de intérpretes que transmiten autenticidad, donde destacan por sus apariciones el protagonista, Ellar Coltrane, y la actriz, Patricia Arquette, en el papel de una madre que no tiene suerte en sus matrimonios, lo que genera no poca dificultades en la educación y en la estabilidad emocional de sus hijos. De todas formas, la historia es irregular porque las apariciones de Ethan Hawke, recordado por El club de los poetas muertos, levantan el largometraje a lo más alto, aunque cada vez que éste desaparece, la cinta cae en picado. Como dato curioso, la hija del director, lo que confirma nuestra teoría del enchufismo en el cine funciona, estuvo a punto de bajarse del proyecto a mitad de camino, pero su padre hizo todo lo posible para motivarla y la producción pudo sacarse adelante.
El largometraje presenta una virtud que se puede acabar convirtiendo en una carga porque refleja la vida misma con sus momentos de máxima felicidad y con los problemas que van surgiendo junto a la monotonía del día a día que el realizador deja patente, un detalle, que coincidirán conmigo, en que puede convertirse en una tarea difícil de sobrellevar, si no se guarda cierto equilibrio entre conseguir ese efecto y que el espectador no pierda el interés.
Por otra parte, Boyhood es un ejercicio de análisis del modo de vivir de la sociedad estadounidense, donde se entremezclan diferentes modos de pensar en política y religión, pero en la que siempre la señal de distinción parece ser el respeto. En esta cinta, observamos la evolución de una persona que, al principio, no es muy consciente de lo que le ocurre. Sin embargo, poco a poco, va madurando hasta ser partícipe de sus propias decisiones, haciéndose consciente de su individualidad. Finalmente, nos ha encantado la relación tan especial que se establece entre padre e hijo porque, a pesar de sus dificultades y sus incoherencias, los consejos no quedan en saco roto e intentan, al menos, formar a la persona y expresar el amor que sienten el uno por el otro, que no es poco. La ausencia de prejuicios de los americanos es otro punto a destacar, pues la Biblia parece un elemento importante en un episodio de la vida del protagonista.
Lo que llama más la atención de esta película es que destaca por su originalidad, ya que ha seguido y ha filmado la vida de un chaval desde su más tierna infancia (6 años) hasta el día de su graduación; es decir durante la nada despreciable cifra de 12 años. Esta idea recuerda a François Truffaut que inició con Los 400 golpes y su álter ego, Antoine Koinel, una saga cinematográfica de similares características.
El encargado de dar vida a este personaje ha sido Ellar Coltrane, mientras que todo esto no hubiera sido posible sin el talento del cineasta Richard Linklater, al que todos recordarán por la excelente trilogía: Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del Anochecer, que cuenta la historia de amor de Julie Delpy y Ethan Hawke en el trascurso de 20 años y dejando envejecer a los citados actores al igual que ocurre con esta historia.
Mason es un niño de corta edad al que veremos crecer hasta convertirse en un hombre de 18 años en una producción de treinta y nueve días de rodaje, pero filmado, como decíamos, en el transcurso de 12 años.
El reparto lo conforman un grupo de intérpretes que transmiten autenticidad, donde destacan por sus apariciones el protagonista, Ellar Coltrane, y la actriz, Patricia Arquette, en el papel de una madre que no tiene suerte en sus matrimonios, lo que genera no poca dificultades en la educación y en la estabilidad emocional de sus hijos. De todas formas, la historia es irregular porque las apariciones de Ethan Hawke, recordado por El club de los poetas muertos, levantan el largometraje a lo más alto, aunque cada vez que éste desaparece, la cinta cae en picado. Como dato curioso, la hija del director, lo que confirma nuestra teoría del enchufismo en el cine funciona, estuvo a punto de bajarse del proyecto a mitad de camino, pero su padre hizo todo lo posible para motivarla y la producción pudo sacarse adelante.
El largometraje presenta una virtud que se puede acabar convirtiendo en una carga porque refleja la vida misma con sus momentos de máxima felicidad y con los problemas que van surgiendo junto a la monotonía del día a día que el realizador deja patente, un detalle, que coincidirán conmigo, en que puede convertirse en una tarea difícil de sobrellevar, si no se guarda cierto equilibrio entre conseguir ese efecto y que el espectador no pierda el interés.
Por otra parte, Boyhood es un ejercicio de análisis del modo de vivir de la sociedad estadounidense, donde se entremezclan diferentes modos de pensar en política y religión, pero en la que siempre la señal de distinción parece ser el respeto. En esta cinta, observamos la evolución de una persona que, al principio, no es muy consciente de lo que le ocurre. Sin embargo, poco a poco, va madurando hasta ser partícipe de sus propias decisiones, haciéndose consciente de su individualidad. Finalmente, nos ha encantado la relación tan especial que se establece entre padre e hijo porque, a pesar de sus dificultades y sus incoherencias, los consejos no quedan en saco roto e intentan, al menos, formar a la persona y expresar el amor que sienten el uno por el otro, que no es poco. La ausencia de prejuicios de los americanos es otro punto a destacar, pues la Biblia parece un elemento importante en un episodio de la vida del protagonista.
Es “Boyhood” un gesto exhibicionista que se repite en cada acto con fuerza y agallas para enclavarse en el cine de básicas vivencias más o menos admirables; la incapacidad del ser humano para amar y ser amado lejos de lo que la nueva contemporaneidad nos marca. Una historia casi pesimista y cruel, que al final demuestra una acertada teoría muy bien verbalizada por Linklater. Una miniatura de tres horas de duración, en una combinación que asegura al espectador disfrutar del cine bien hecho.
Todo es sobresaliente en este trabajo, la producción: guión, realización, vestuario, música, fotografía, sonido, montaje. Son tantas las escenas que nos llegan que cuesta elegir alguna. Y qué decir de los actores, Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Ethan Hawke, y sus personajes bien desarrollados brillan como la feliz y amorosa familia que podían haber sido, están inmensos, con una ternura y expresividad dignas de todos los elogios… Lorelei Linklater, Jordan Howard,Tamara Jolaine, Zoe Graham, Tyler Strother, Evie Thompson, Tess Allen, Megan Devine, Fernando Lara, Elijah Smith, Steven Chester Prince y Bonnie Cross, entre otros, complementan con sus roles una historia que les queda bordada. Los actores niños resultan creíbles en sus papeles, y en cierto modo son los pilares donde se afianza la historia.
“Boyhood” funciona verdaderamente por la asociación indeleble entre la pareja, la niñez y la adolescencia, verdad que contrasta en muchos casos con la realidad que nos toca vivir.
Linklater demuestra ser un gran creador de personajes, incluidos los más secundarios, y también concibe escenas de intercambios dialécticos cuidadosamente concebidos, que los retratan muy bien. Tiene además el mérito de pintar con lo particular –personajes concretos– lo universal –una mirada al paisaje humano de la América actual–. Si nos fijamos en los padres y en su inmadurez, les vemos haciéndose más sabios con el paso del tiempo, aprendiendo de sus errores. Olivia es una madre entregada a sus hijos, que no tiene miedo a quedar como “la mala del película” exigiendo a sus hijos, para que hagan sus deberes o coman a sus horas; y busca un marido, figura paterna para sus hijos que esté habitualmente con ellos, aunque se equivoque. Mientras que Mason senior parece al principio un eterno Peter Pan incapaz de crecer, con buen rollito con los chicos a la hora de estar con ellos; sabe crear un clima de confianza para que hablen, aunque también cae en la cuenta que para lograrlo ha de trabajarlo, y él mismo abrirse a las preguntas a veces incómodas de Mason y Sam. Algunos de los mejores momentos que depara el film son las conversaciones del padre con sus hijos, singularmente con Mason.
El proceso de maduración de Mason es la espina dorsal del film, su razón de ser. Y hay una idea que con diversos matices, asoma a lo largo de la narración, que sería el sentido de la vida, la razón de la existencia. Para ello se acude a la idea de la magia, presente en los libros de Harry Potter, que devoran con ilusión, pero que en algún momento llevan al desengaño, “no hay elfos técnicamente”, explica el padre a Mason cuando éste le pregunta por el tema, tratando de hacerle ver que en cosas normales de la existencia, como pueden ser las ballenas, se descubre algo extraordinario, pero hay que saber verlo. En cualquier caso, se viene a decir, esa cotidianeidad sabe a poco.
Porque están las cosas normales de la vida, la curiosidad por el sexo, la atracción por las chicas, el instituto, prepararse para la universidad. Ejemplar escena en la cabaña de los chicos vacilones. Descubrir que te encanta la fotografía, y que se te da bien, y que puedes hacer arte, la pasión por la belleza. Maravilloso diálogo con un profesor que aconseja sabiamente. Está el desengaño, la decepción... El primer amor de Mason. El miedo a lo que va a ocurrir en el futuro, ejemplificado en la madre que ve como su último retoño va a abandonar el nido y que se pregunta, qué le queda, más allá de su seguro funeral.
LO MEJOR: La originalidad del proceso cinematográfico de esta película, rodada durante 12 años, plasmando pequeños momentos de la vida de esta familia y el cambio que ésta obtiene.
A continuación, os dejo con el tráiler de la película en español y el vídeo de la banda sonora de la película: Hero del grupo Family Of The Year.