jueves, 30 de junio de 2016

Suite francesa


SINOPSIS: Año 1940, durante la ocupación alemana del ejército nazi en Francia. Lucile Angellier (Michelle Williams) es una joven que aguarda noticias de su marido, prisionero de guerra, mientras lleva una sofocante existencia junto a su controladora suegra (Kristin Scott Thomas) en un pequeño pueblo francés. Ambas viven ajenas a la realidad de la guerra hasta que un grupo de refugiados parisinos llega a la localidad huyendo de la ocupación, al que le sigue un regimiento de soldados alemanes que establecen sus residencias en los hogares de los habitantes del pueblo. En casa de los Angellier, Lucile intenta en un principio ignorar a Bruno (Matthias Schoenaerts), el elegante y refinado oficial alemán a quien se le ha encargado vivir con ellas.


Reparto: Michelle Williams, Matthias Schoenaerts, Kristin Scott Thomas, Sam Riley, Margot Robbie, Ruth Wilson, Alexandra Maria Lara, Tom Schilling, Eileen Atkins, Lambert Wilson
Director: Saul Dibb
Año: 2014
NOTA: 7

La película Suite Francesa (Saul Dibb) es la adaptación cinematográfica de la premiada novela de aquella judía, Irène Némirovsky, a la que le tocó vivir un tiempo que retrató desde el campo de concentración. La cinta no es, por esta razón, una historia de un romance al uso. Suite Francesa es la metáfora de unos años convulsos en el pueblo francés de Bussy donde mantener una relación secreta con el ‘enemigo’ carecía de cualquier romanticismo. Donde chocaban las convicciones morales, la valentía y la solidaridad, y los mismos vecinos se delataban los unos a los otros en busca de la salvación.
En la agradable sorpresa cinematográfica que es Suite Francesa, Dibb relata con excesivo buen gusto y sin sobresaltos el clima de tensión y de sospecha continua del pueblo de Bussy mediante una historia de amor clandestina entre una joven francesa (la muy acertada Michelle Williams) y un oficial nazi (Mathias Schoenaerts). Guiados por la idea de que el amor todo lo puede, pronto se dan cuenta de que las diferencias son, a veces, insalvables, y que la vida les ha situado en dos bandos enfrentados donde entran en juego los ideales, los valores, y la salvación de sus propias vidas.
Sin mostrar el horror de la guerra ni campos de concentración, Suite Francesa funciona porque el objetivo no es recrearse en la historia de amor, sino convertirla en una metáfora de vidas enjauladas, en un relato realista en el que no existen los cuentos de hadas y las tragedias personales son ejemplos de una convulsión global que afectó a millones de personas.

Rodada de la forma calculada y clásica que podía esperarse de los hermanos Weinstein, la coproducción de la BBC es irreprochable y milimétrica, cayendo en una cierta sensación de frialdad que frena a Suite Francesa de la potencia emocional que podría haber logrado. No obstante, aunque careciendo de la profundidad deseable, los aspectos sentimentales equilibran la balanza regalándonos una historia bonita, melancólica, en la que se muestra una vez más que la guerra -aunque no la veamos- también puede sacar lo mejor del ser humano.



Esas pequeñas grandes historias de la Historia a las que están tan acostumbrados, y que articulan con tanta exactitud como frialdad; esas producciones de aspecto impoluto, excelentes intérpretes y enorme interés dramático, donde una cierta superficialidad en el desarrollo provoca que los aspectos sentimentales y melodramáticos acaben ganando la partida a los más ambiguos, trascendentes y, por qué no, interesantes.

En efecto, el largometraje dirigido por SAUL DIBB (LA DUQUESA), no deja de ser un drama romántico en el que lo menos interesante es precisamente eso: la relación amorosa entre los dos protagonistas. Quizás porque capte más la atención la ocupación alemana, muy bien narrada en la cinta, o por la poca emoción con la que se trata el amor entre ambos. El guion, que corre a cargo del propio director junto a MATT CHARMAN nos presenta una voz en off de la protagonista, que a pesar de ser necesaria por el origen de la historia autobiográfica, da demasiada información al espectador al que, por momentos, puede llegar a aburrir.



Uno de los puntos fuertes de SUITE FRANCESA es sin duda su reparto, que construye personajes muy creíbles durante todo el largometraje. Muy bien MICHELLE WILLIAMS y MATTHIAS SCHOENAERTS, que a pesar de la frialdad con la que se narra su historia de amor, logran transmitir una complicidad  especial entre ellos. Inmejorable, por otro lado, la interpretación de la gran KRISTIN SCOTT THOMAS, que cada vez que aparece en pantalla logra transmitir casi la misma tensión que los bombardeos de los nazis, que ponen los pelos de punta en varias escenas de la película. Todo esto acompañado por la banda sonora de RAEL JONES, que estremece desde los títulos de crédito.

La cinta nos narra una parte de la historia de sobra conocida por todos que ha sido llevada a la gran pantalla en multitud de ocasiones y, sinceramente, con muchísimo mejor resultado final: la II Guerra Mundial. Además no lo hace de manera original ni sorprendente, dejando el conflicto bélico en un segundísimo plano para terminar cayendo en todo tipo de clichés sentimentales. El director  Saul Dibb apuesta por acentuar la parte romántica de la película “Suite francesa” (2015), centrando plenamente todo su conflicto en el amor imposible nacido entre Lucile (Michelle Williams) y Bruno (Matthias Schoenaerts). Dos mundos totalmente opuestos, o eso parece en un primer momento, destinados a odiarse pero que acabarán teniendo mucho más en común de lo que piensan. Vamos, la típica historia de amor imposible, que en esta ocasión está ambientada en la ocupación alemana de Francia pero que podría hacerlo en cualquier otra época sin variar su resultado final. Y es que el viaje de feromonas resultante -la protagonista da señales de necesitar urgentemente un hombre desde el primer minuto de metraje- es tal que el tema “nazis”, o guerra, pierde todo su peso o sentido, por lo que a su vez lo que podría ser una historia de amor apasionante y desgarradora entre dos personas enfrentadas por sus ideologías termina por convertirse en un drama romántico de sobremesa.

Por otro lado, durante el visionado de la cinta el espectador llegará a plantearse desorientado. ¿Quiénes son los franceses? Ni la actriz Michelle Williams, la enamoradiza protagonista, ni Kristin Scott Thomas, su amargada suegra, dan la sensación de saber ni de lejos donde está Francia. Ni se molestan en imitar el acento francés, ni en las escenas que tienen conjuntas lo hablan entre ellas, ni nada de nada. Me confundo ¿o la historia se centra en la invasión alemana de un pequeño pueblo francés? ¡Ah! que los franceses hablan todos inglés, y no sólo con los alemanes, si no a diario entre los vecinos.


Lo verdaderamente impactante de la cinta es la historia que se revela antes de los títulos de crédito finales. La historia de cómo la autora original de la novela “Suite francesa” (en francés, Suite française) escribió esta obra y de cómo llegó a publicarse. Algo que sin duda serviría como argumento de su propia película. Irène Némirovsky, hija de un banquero judío ucraniano, llegó siendo adolescente a Francia huyendo de la Revolución Rusa. Se estableció en París, donde se casó y tuvo dos hijas, donde se convirtió en una prolífera escritora con obras como ‘David Golder’ o ‘El baile’. Más tarde tuvo que volver a huir, esta vez de los nazis, por los que fue arrestada el 13 de julio de 1942 y llevada al campo de concentración de Auschwitz donde murió el 17 de agosto, a los 39 años. Durante ese tiempo previo a su detención, Némirovsky comenzó a escribir una serie de cinco novelas (sólo pudo terminar dos, ‘Tempête en juin’ y ‘Dolce’, y comenzar la tercera, ‘Captivité’) que retrataban la vida en la Francia ocupada por los alemanes. Fueron sus hijas, protegidas por una maestra, las que décadas más tarde encontrarían los manuscritos de su madre guardados en una maleta. La novela se publicó en 2004 y ganó el prestigioso Premio Renaudot, convirtiéndose así en la primera obra póstuma en conseguirlo.

Sin duda hay veces que la historia del cómo, por qué y cuando se escribió una obra supera con creces a la narrada en la propia novela. Sinceramente, la película “Suite francesa” (2015) pasaría desapercibida y olvidada a los pocos minutos de salir de la sala de cine de no ser por sus escalofriantes explicaciones finales, las cuales nos harán replantearnos la importancia de esta historia de amor en tiempos de guerra. Una mujer cautiva en Auschwitz escribiendo sobre el amor imposible surgido entre una francesa que vive en un territorio ocupado por el propio soldado del que se ha enamorado.

Lo mejor que tiene Suite francesa es el ver cómo responden los vecinos a la ocupación alemana. El 10 de junio la ciudad de París fue abandona y el grueso de su población se marchó. La acción de Suite francesa transcurre en Bussy una población cercana a París que asiste por un lado a ver la peregrinación de parisinos que huyen y por el otro a la llegada del ejército alemán. Ni uno ni otros son bien recibidos. A los primeros porque no hay recursos para todos y se tienen que dedicar al pillaje para huir de la pobreza y a los segundos por que son los enemigos. Pero aún siendo los enemigos hay quien mantiene cierta actitud complaciente. Es terrible ver la cantidad de anónimos que le llegan a un oficial nazi con la delación de vecinos. Se ponen de manifiesto las viejas rencillas, las envidias que se han sembrado durante años y que ahora aprovecha para sacar a la luz. Es la condición humana. «No me hagas a mi nada, que yo soy de los vuestros, vete a por el vecino que tiene escondidas las gallinas o que su mujer es una fresca». Se acentúan más las diferencias sociales. Y así, «la señora», madame Angellier, la dueña de varias fincas, madre de un soldado que está en el frente y suegra de Lucille Angellier, tendrá que sortear peligros para cobrar la renta, pero por supuesto, que no lo va a perdonar. Lucille tiene que soportar ese ambiente opresivo, con su suegra en la nuca. Al conocer al teniente de la Wehrmacht Bruno, sus dudas sobre su marido, soldado, al que apenas ha podido conocer, se acentuarán. Con apariencia de artista bajo el uniforme, el buen alemán, guapetón, galante y de gustos refinados, tendrá su lado oscuro. ¿Qué hacer ante la orden de un superior? La obediencia debida mostrará que un amante de la buena música, del mantel, del buen gusto también puede ser un nazi. Ejemplos hay muchos, pero tener uno junto a ti y que el corazón te haga tilín al verlo, hum. Todo el mundo ve mal que Lucille y Bruno se relacionen. A ella la ponen de vuelta y media, pero algunos vecinos no dudarán en acudir a ella para beneficiarse de esta relación intercediendo con los alemanes. El desencadenante del odio no vendrá de la mano de los principales protagonistas, sino de unos secundarios de lujo bien perfilados. La pareja aristocrática. Unos aristócratas que quieren mantener su estatus porque ellos no son como todos. Ellos están por encima del bien y del mal. Ellos son vizcondeses y negocian con los alemanes sus beneficios. La arpía de su mujer malmete a su marido (a la sazón alcalde) y va a revolucionar a todo el pueblo y a sus ocupantes. Hay una frase que resume todo esto. No me acuerdo qué protagonista la dice al principio de la cinta: «Si quieres saber de verdad cómo es la gente, cómo es cada persona, monta una guerra».


LO MEJOR: La perfecta ambientación de la película, que te envuelve en su historia, drama y tragedia vivida durante la Segunda Guerra Mundial.

A continuación, os dejo con el tráiler en español y una entrevista a algunos de los actores de la película subtitulada en español.






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