viernes, 8 de julio de 2016

Boys don't cry: cuando el amor se interpone a los prejuicios


SINOPSIS: Teena Brandon siempre ha deseado ser un chico. Así que un día decide cortarse el pelo, ocultar sus pechos bajo un vendaje apretado, y cambiar el orden de su nombre, pasándose a llamar Brandon Teena.


Reparto: Hilary Swank, Chloë Sevigny, Peter Sarsgaard, Brendan Sexton III, Alicia Goranson, Alison Folland, Jeanetta Arnette, Rob Campbell, Matt McGrath, Cheyenne Rushing, Jerry Haynes.
Director: Kimberly Peirce
Año: 1999
NOTA: 9

LA HISTORIA REAL

El 31 de diciembre de 1993 se produjo un crimen atroz en Falls City, Nebraska. John Lotter y Marvin “Tom” Nisser asesinaron a tres personas: Brandon Teena, Lisa Lambert y Phillip DeVine. Lambert y DeVine tuvieron muy mala suerte por estar allí, ya que la razón del crimen fue una mezcla de rabia y celos tras averiguar que Brandon Teena había nacido como Teena Brandon. Brandon estaba comenzando una relación con Lana Tisdel, ex-novia de Lotter. El caso fue el centro de muchos artículos, un documental que recoge los 21 años de existencia del joven transexual y la película que nos ocupa: la dura y notable Boys don´t cry. Hoy 22 de octubre se cumple el 15º aniversario del estreno de la cinta, que tuvo su verdadero apogeo mediático con el merecidísimo Óscar que Hilary Swank ganó por dar vida a Brandon con una mezcla de compromiso, dulzura y verdad. Chloë Sevigny estuvo nominada como Mejor actriz de reparto por su sobresaliente trabajo como Lana Tisdel. El circuito internacional de premios de la película se compone mayoritariamente de menciones a estas dos grandes actrices, con un trabajo que potencia la identificación máxima del espectador mientras el proceso de seducción de Brandon sobre Lana se despliega en pantalla.

La importancia de la película es superior a sus méritos artísticos y ocasionales fallos, ya que películas como Boys don´t cry deben existir para cualquier espectador. Siempre que se hace una dramatización de un crimen en pantalla grande, por muy bien documentado que esté el caso, se corre un riesgo. Entran en juego licencias (la película omite la presencia y muerte de DeVine), voluntades de discurso y las cargas emocionales externas que cada uno puede tener frente a tal ejemplo de transfobia. Un ser ignorante castiga lo desconocido con la muerte, sin derecho pero con la facilidad de apretar un gatillo, casi de manera primitiva al no saber lidiar con lo que está sintiendo. La fuerza del debut como directora de Kimberly Peirce sobrepasa la pantalla y conmueve a la audiencia. 15 años después de su estreno, su efectividad no se ha visto reducida, y el fatalismo que la recorre convierte cada nuevo visionado en una experiencia difícil pero gratificante. Esto no es un telefilme de sobremesa, aunque lo pueda parecer. El compromiso de todos los implicados en hacer justicia a la traslación a imágenes de los hechos se ve con claridad en pantalla, desde la manera en que el guión de Peirce y Andy Bienen va filtrando la información sobre Brandon hasta la inquietante calma con la que Peter Sarsgaard convierte a John en un inestable peligro andante. Estamos ante una historia que a la vez es varias historias más, y es mérito de la directora y su equipo el lograr esto sin que nada parezca forzado o sujeto a la espectacularización que a veces viven los sucesos reales en su versión cinematográfica.



Lejos de cualquier atisbo de sensacionalismo, la peripecia arranca unas semanas antes de ese fatídico fin de año, con Brandon preparándose para salir a conquistar damiselas. Vive con su primo, que en agitados reproches nos pone rápido en antecedentes sobre quién es Brandon y los riesgos que corre. Ya se ha hablado del talento de la protagonista, pero la conocida capacidad de la actriz para transformarse merece ser destacada en esta composición. Con el pelo corto y una determinación de hierro, Swank no sólo crea un chico de lo más atractivo sino que transmite una ternura y vulnerabilidad claves para entender cómo, según cuentan los testimonios, Brandon no sólo ligaba mucho sino que dejaba estupendos recuerdos como novio y amante... hasta que se descubría su secreto. Una pelea de bar por el honor de Lisa, aquí llamada Candace, le llevará a hacer amistad con sus futuros asesinos. De la manera en la que Peirce lo cuenta, uno entiende la atracción de Brandon hacia Lotter y Nisser en su afán de integrarse y ser tratado como un chico más. Sin embargo, la posterior aparición de Lana convertirá la película en una hermosa y valiente historia romántica, condenada desde el principio a terminar mal. El contexto nos habla indirectamente de cómo son los personajes, especialmente con el contraste de un ambiente que es opresor para Lana, lo cual hace comprensible que quiera escapar y vea en Brandon la posibilidad, y cálido para John, que ha encontrado un hogar y no quiere que nadie se lo usurpe.

Una vez establecidas las piezas, la película patina un poco por la facilidad del espectador para adivinar lo que va aconteciendo a cada paso. Presa quizá, sin pretenderlo, de una serie de imágenes que se han ido convirtiendo en recurrentes estampas para mostrar ciertos temas a lo largo de los años, y cuyo influjo es tal y tan inconsciente que es difícil escapar de ellas. Así, la audiencia adivina sin esfuerzo el contenido emocional de una escena con ver cómo está planeada. Boys don´t cry cuenta con varias de estas estampas una vez los celos de John entren en la historia, sabiendo que solo es cuestión de tiempo antes de que alguien se entere de la crisis de identidad sexual de Brandon Teena. Consciente quizás del riesgo de que la película acabe siendo más rutinaria que memorable, la directora puntúa el metraje con algún que otro momento artístico de bella ejecución y eficiente resultado. El desdoblamiento de Brandon y Teena en el baño, en un momento máximo de humillación; o el inquietante plano donde Lana deviene diablillo que suspira al oído de Brandon, justo antes de dar el veredicto sobre el género del joven, son instantes que quieren decirnos que Pierce entiende la historia de Brandon como algo superior a lo concreto del caso, casi como una experiencia humanizadora.


Esto no quiere decir que la película mitifique al joven o tilde de épica su muerte. De hecho, dentro de las licencias ya nombradas, trata de recrear con fidelidad las circunstancias del asesinato según las múltiples fuentes testigo. Prueba de que no quiere revolcarse en la denuncia más facilona es la manera en que está retratada una de las figuras más polémicas del caso, el sheriff Charles Laux, que interrogó a Brandon tras haber sido violado y golpeado por Lotter y Nisser. El interrogatorio está reproducido en la película en base a la grabación en audio del mismo, y Laux apenas se ve en toda la escena, centrada en el dolor del chico al admitir los hechos. El núcleo emocional de Boys don´t cry, su parte más luminosa, es la historia de amor tan fugaz como intensa entre Brandon y Lana. Peirce rueda sus miradas, encuentros y acercamientos con mimo, sabiendo lo importante que es que la subtrama funcione para que el espectador se comprometa. El sexo es sensual y mágico, como ese primer encuentro donde la química Swank/Sevigny funciona a pleno rendimiento, y su lujuria seguirá siendo palpable hasta su último momento de intimidad, con toda la verdad expuesta.

La prueba de la eficacia de la cinta es que, aún sabiendo los hechos que relata y habiéndola vista varias veces, uno todavía se emociona y siente por los personajes. Queremos que Brandon se meta en el camión, que responda a la llamada del juez y que huya cuando tiene la oportunidad, pero eso no va a pasar. Hay un hálito de inevitabilidad e infortunio que vertebra toda la película. ¿Cuál es el legado de Boys don´t cry, 15 años después de su estreno? Es una película importante en la comunidad LGBT, y de las más duras. La revista Premiere la situó en el puesto 24 en su lista de los 25 filmes más peligrosos jamás hechos. Esta positiva calificación se extiende, según los criterios de la revista, a todo largometraje que no es entretenimiento ni diversión. Experiencias emocionantes que exponen directamente todo aquello que el entretenimiento palomitero promete que puedes evitar. Obras que hacen pensar, retan a replantearse las cosas ante conceptos como vida, amor o muerte. Amplían la conciencia, pero no de forma placentera. Y que Dios las bendiga. Boys don´t cry es así, una muestra de cine nada complaciente pero imperioso, que cumple la máxima de que el séptimo arte existe para hacer películas así.

UN FILME BASADO EN LA TRÁGICA HISTORIA 

En Falls City conoce a una extraña "familia" de juerguistas y perdedores donde destacan el cabecilla, John Lotter (Peter Sarsgaard), y la joven Lana Tisdel (Chlöe Sevigny) de la que Brandon se enamora a simple vista. Decide quedarse con ellos por dos motivos, uno es el amor que siente por Lana y el otro es que entre ese grupo de gente puede ser él mismo, puede ser un chico, puede mostrarse tal y como es, puede ser feliz y mientras tanto los espectadores somos testigos de cómo se las ingenia para que su secreto no sea descubierto. Conforme avanza el film nos damos cuenta de que John no es todo lo agradable que podríamos esperar en un principio. Brandon por su parte comienza una historia de amor con Lana ya que a la chica le da exactamente igual lo que sea o no sea Brandon, ella lo quiere (destaca la escena en la que la chica le asegura que ella le querría aunque fuera medio mono) dando así lugar a una de esas pocas parejas que te llegan realmente al corazón sin tener que resultar ñoñas o sobreactuadas. Pero ocurre lo inevitable, el secreto de Brandon es descubierto y a John no le hace ni pizca de gracia dando lugar a unos de los momentos más dramáticos de la cinta (donde ya podemos afirmar claramente que estamos ante actuaciones de Oscar), John y su amigo Tom desnudan a la fuerza a Brandon delante de Lana para que esta (aunque lo sabe) vea lo que realmente es, y yo me quedo sin palabras, es una de esas escenas que no se te olvida, de las que se te quedan grabadas por su crudeza. Lana se tapa los ojos porque no quiere verlo pero es que el espectador hace lo mismo, no quieres verlo porque tu sabes quien es Brandon y, al igual que Lana, has aprendido a quererlo por lo que es. Puede que muchos digan que la escena que viene a continuación (la violación por parte de John y Tom) es mucho más dramática, para mí no. En el cine hemos visto muchas violaciones duras y dramáticas (me viene ahora a la mente la de "Los Hombres que no Amaban a las Mujeres") pero nunca una escena me había hecho sentirme tan triste, es que esa humillación es indescriptible. Todo esto por supuesto desemboca en el intento de huir juntos por parte de Brandon y Lana que acaba siendo truncado por un final que pone los pelos de punta, más aún sabiendo que la cinta está basada en una historia real.

Boys don't cry pone muchas cosas en juego. Y lo hace a través de un simple encuentro entre dos viejos amigos, dos de esos "hermanos" de la adolescencia que la vida terminó colocando en distintas rampas de salida para llevarlos por caminos muy diferentes. La primera impresión es que uno representa el éxito y el otro el fracaso. Juanjo es un político bien posicionado, rico, que vive en una casa con unas extraordinarias dotaciones tecnológicas y apabullantes medidas de seguridad. Walter, cuyo auténtico nombre es Paco, es un escritor a la deriva que viene a pedir ayuda a su viejo amigo, al que le mandó su última obra de teatro por si podía echarle un cable. El primero viste impecablemente con su traje oficial, que le queda como un guante. El segundo hace años que no renueva su fondo de armario. Juanjo trata de ser cordial, marcando claramente la distancia que quiere evitar, hipócritamente. Walter titubea, inseguro, sabiéndose fuera de juego en ese hábitat que no es el suyo. El poder, sutilmente, entra en juego. Juanjo invita a Walter a sentarse una y otra vez, pero no hay más silla que la suya. Walter se sobrepone echándole en cara a su amigo la triste realidad: que es un hipócrita mentiroso que no se ha leído la obra que le mandó. El forcejeo posterior, lleno de patetismo y puerilidad, les lleva al borde del abismo, al borde de una ventana y... no sé si debo contarlo, pero algo ocurre que suspende la atención del espectador, lo sume en una incógnita. Comienza el juego, un tanto perverso, de la autora, que pone en jaque nuestra comprensión lógica de las cosas. Luego irán encajando las piezas de nuevo, pero algo se ha roto y, coincidiendo con la entrada en escena de ella, Mariona, la mujer de Juanjo, también amiga de juventud de Walter, empiezan a caer las máscaras. 
Y las máscaras empiezan a caer cuando da comienzo una bacanal de madurescencia en la que suenan los hits de juventud (Boys don't cry de The Cure el primero) y en la que las drogas de entonces se transforman en una droga mucho peor que tiene que ver con las medidas de seguridad que rodean la casa de Juanjo. Hay un patético juego de suicidios ficticios que los va poniendo a cada uno en su sitio, en un eterno retorno que le va quitando las capas a la historia, hasta que un nuevo e inesperado giro del texto, ya cercano el final, termina por apuntar directamente a la mente trastocada de Walter, de la que parece haber surgido todo en una suerte de trampa de la imaginación. Sí, todo esto que digo suena muy enrevesado, pero es que no me gustaría privar a los posibles espectadores de cada una de las sorpresas y descubrimientos que plantea la acción según avanza. Al fin y al cabo, la obra pone en juego la identidad de las personas, su realización personal, su relación con el poder, con el amor, con la amistad.


Al iniciar la película, solamente tres entidades saben que Brandon es mujer: la misma Teena, su primo y… los espectadores. El resto de los personajes ignora el hecho de que Brandon es mujer; todas las personas con las que se relaciona en la primera parte de la cinta lo aceptan como un joven encantador, más sencillo y sensible que el resto de los hombres de la localidad, pero que no rehuye las pruebas de hombría ni las borracheras machistas. Pero el espectador “sabe” desde el inicio la verdad y la cinta lo lleva a un doble juego mental. Al compartir desde el inicio el punto de vista de la narradora – directora, el cinéfilo puede tener una visión global y de conjunto de la problemática de Brandon. Así, puede ver los conflictos que ocurren en la conducta de Brandon entre la compulsión del deseo físico y emocional por la pareja y el miedo de que se descubra la realidad. También el cinéfilo puede ver “desde arriba” los patrones sociales y conductuales de la comunidad. Por ejemplo, la aceptación del “extraño, del Otro” que es Brandon si cumple con los ritos de iniciación machista que le imponen los ex-presidiarios John (Peter Sarsgaard) y Tom (Brendan Sexton III).

Este conocimiento inicial de quien es Brandon permite un distanciamiento del público para entender la situación, y luego sentir en forma más cercana y personal la violencia desatada contra Brandon. No se trata de una identificación del espectador con el personaje, sino la posibilidad de asomarse con profundidad a la esencia de este ser humano, semejante a todos nosotros, con la diferencia de su elección de conducta sexual en un medio social intolerante. Brandon, en el Medio Oeste norteamericano, vive la tediosa y monótona vida de cualquier adolescente, y la comparte con sus nuevos amigos: Tom, John, la mesera Candace y Lana (Chloë Sevigny) que será su “obscuro objeto de deseo”. Todos son carreras en coche, borracheras de cerveza, comida rápida, desintegración familiar, una pobreza disfrazada y la negación implícita del sueño americano. Al respecto, el retrato de Kimberly Peirce sobre la sociedad norteamericana es crudo por ser objetivo. Aburrimiento, falta de oportunidades… que hermanan este ambiente a otras cintas que han visitado esa zona social; un ejemplo es Fat City, del director John Huston.

En medio de esta “tierra baldía”, la Waste Land de T. S. Eliot, el mismo Brandon no puede escapar a su condición fisiológica de mujer, con las dificultades de la menstruación y el ocultamiento de este hecho. Pero Kimberly Peirce sólo observa la situación que se desprende de la condición objetiva de su personaje; no hace un juicio, no predica ni a favor ni en contra porque los hechos hablarán por sí mismos. Así pues, Brandon / Teena busca sus propias soluciones personales como resultado de su libre elección. Sin tapujos pero sin morbo, Peirce muestra con naturalidad a Brandon / Teena robando toallas femeninas en la tienda, su uso de penes artificiales para el sexo con la pareja o evitar la sospecha de su condición femenina ante los otros. Aun en este punto, sólo Brandon, su primo y los espectadores conocen el hecho real. Esto refuerza el hecho que el cinéfilo se aproxime más a la intimidad de Brandon, pero entendiendo, conociendo la vivencia del personaje.

En ese sentido, la forma narrativa y la puesta en escena cinematográficas de Pierce, al ser honestas, son más efectivas para hacer que el espectador se cuestione su propia actitud frente a los hechos narrados y tenga, sin imposiciones, que clarificar su pensamiento frente a lo que ocurre en pantalla. Y lo que sucede es una historia de amor. Teena / Brandon tiene la oportunidad de abandonar la ciudad y cambiar su destino por una vida más segura en otra ciudad cosmopolita. Pero la pasión, el deseo y la compulsión del amor la lleva a tratar de conquistar a Lana y sellar su destino. Lana no es indiferente a Brandon, encuentra en él una calidad de conducta que lo separa de los otros hombres, ex-convictos como John, que se considera su amante, protector y propietario. Pero entre estira y afloja, con juegos de seducción como cualquier pareja vive, Lana se entrega sexualmente a Brandon.

En una escena crucial, Lana se desnuda y deja que Brandon le haga el amor. De nuevo, sin morbo y con enfoque naturalista, Peirce narra este encuentro. De hecho, la sutileza domina la acción: Brandon satisface a Lana y finalmente la penetra. Enmedio del goce sexual, en una sola toma subjetiva de Lana intercortada en la secuencia amorosa, Lana ve los senos fajados de Brandon y sabe que es una mujer quien le hace el amor… y deja que corra la situación. Lana sabe (y el espectador también sabe que Lana sabe) que Brandon es mujer.  Ahora son cuatro entidades quienes conocen la verdad de Brandon, porque Lana lo sabe y acepta el hecho. El sentimiento y la búsqueda de pareja están por encima de la condición de género de la persona que se ama. Esto incrementa la tensión para el espectador, que aún conserva la visión global de los acontecimientos y, por ende, puede analizar y conocer mejor los matices de la relación entre las dos mujeres: sus miradas, sus temores, sus encuentros fugaces. También así se puede entender la aceptación de Lana y el por qué prefiere a Brandon como amante, sin importarle el hecho de que sea otra mujer.


Peirce, en todo momento, lleva un control en la dirección admirable. Apoyada en las dos actrices, en un montaje vivaz que toma sus momentos de respiro en las escenas amorosas, la directora redondea un film seco, fuerte, que no escabulle los momentos díficiles sino que los enfrenta con honestidad y valentía. Los muchachos no lloran es una radiografía directa de la América profunda, de su intolerancia y vacio emocional. Esta “tierra baldía” la cruzan dos mujeres arriesgando la propia vida en un intento por equilibrar su compulsión, su deseo, su emocionalidad y, finalmente, la aceptación de lo que son y sienten. Tanto por sus valores cinematográficos como por la historia que narra y la forma en que lo hace, Los muchachos no lloran es ahora un punto de referencia ineludible en el cine que aborda la homosexualidad con congruencia en su discurso. Es en el tratamiento honesto de sus personajes, abordados como seres humanos con luces y sombras, y no como clichés homosexuales, donde radica su valor como documento fílmico. La riqueza de los personajes está cimentada en la condición humana que todos compartimos y no está determinada por el género en sí, sino por la problemática que se desprende de una elección de conducta sexual asumida libremente –por Teena- y aceptada libremente –por Lana-.

El espectador, que ha recorrido la historia de Teena Brandon viendo globalmente todos los puntos de vista, no puede quedar indiferente ante los hechos. Kimberly Peirce no juzga la historia que narra; deja esta responsabilidad de decidir a sus espectadores, que como seres humanos y responsables de su propia conducta sexual y social no quedan inermes ante lo que han visto.

LO MEJOR: la brillante interpretación de Hilary Swank, que le valió el Oscar a la mejor actriz en el año 2000.

A continuación, os dejo con el tráiler original de la película y un documental en inglés sobre Brandon Teena, el joven que inspiró el filme.






El pianista

SINOPSIS: Wladyslaw Szpilman, un brillante pianista polaco de origen judío, vive con su familia en el ghetto de Varsovia. Cuando, en 1939, los alemanes invaden Polonia, consigue evitar la deportación gracias a la ayuda de algunos amigos. Pero tendrá que vivir escondido y completamente aislado durante mucho tiempo, y para sobrevivir tendrá que afrontar constantes peligros.



Reparto: Adrien Brody, Thomas Kretschmann, Maureen Lipman, Ed Stoppard, Emilia Fox, Frank Finlay, Julia Rayner, Jessica Kate Meyer
Director: Roman Polanski
Año: 2002 
NOTA: 9,5

Varsovia, 1939, edificios y parques, autos y tranvías, carros y caballos, hombres, mujeres y niños transitando. Apartado y abstraído en una habitación, un hombre de mediana edad frente a un piano; nocturno en do sostenido menor de Fryderyk Chopin emerge del contacto de sus dedos con las teclas de marfil. El reflejo de sus manos en la oscura madera del instrumento es hermoso, a pesar de ello, no logra competir con todo lo que nos devuelven los gestos y expresiones del rostro del pianista, su pasión, su afición, el placer en su acto. Observando el entorno de la escena, nos damos cuenta que en apariencia se trata de un estudio de grabación, posiblemente una emisora de radio. El pianista comparte su interpretación, comparte su arte, su goce… y es cuando sucede… un estruendo brutal, un estallido que desintegra muros y ventanales, devolviéndolo a un plano mortal, donde siente pena y dolor; donde se ve arrojado en el suelo, herido, entre restos de mampostería, madera y polvo.

Desde la primera nota hasta el estallido final, no han transcurrido siquiera dos minutos. El acontecimiento ha sido un cambio brusco y súbito en la situación actual del individuo, una modificación en sus condiciones de vida previas de tal índole que podrían desbordar sus capacidades psíquicas y no poder afrontar adaptativamente el hecho, en tal caso podríamos referir que estamos frente a lo que se denomina una crisis accidental. Citaremos a Héctor Fiorini para comprender mejor este término: “es esa situación en la que el psiquismo está expuesto a algo imprevisto, brusco, que cambia sus condiciones de vida” [1]. Nos explica que lo característico de ese cuadro sería la reacción inicial de perplejidad por parte del sujeto, un sentimiento de confusión, de desorientación, esto debido a que su medio, el mundo de su experiencia ha sido trastocado de forma imprevista. El autor entonces nos informa un factor central en este tipo de crisis que es la experiencia de angustia: “el psiquismo no dispone de respuesta inmediata frente a un cambio súbito en las condiciones de vida, no está preparado, entonces le falta de condiciones para una respuesta inmediata, ante lo que ha cambiado como perspectiva vital, genera una experiencia de relativa impotencia, angustiosa, y muchas veces deprimente, porque en el cambio suelen venir pérdidas”. Hasta aquí la cita, nos sirve para comprender de manera clara el proceso global que acontece ante una crisis accidental.

Retomando la escena inicial de la película, luego de la explosión en la emisora de radio – que se debe a las batallas en la invasión de Polonia por parte de Alemania en el año 1939- el pianista polaco de origen judío y protagonista del film llamado Wladyslaw Szpilman logra reponerse de la situación, escapa del edificio y regresa a su hogar pudiendo comentar lo sucedido con sus familiares, este hecho en si no podría ser tomado como una crisis accidental. Sin embargo tomaremos como ya se explico en la introducción, el contexto en sí y podríamos hipotetizar desenlaces diversos, distintas formas de afrontamientos por parte del sujeto frente a lo ocurrido. Entonces, sabiendo que la angustia y depresión son los primeros estados que se detectan en la puesta en marcha de una crisis, podríamos luego esperar desemboque en dos caminos distintivos. En primer lugar podría suceder que el individuo desarrolle lo que se denomina crisis normal y por otro lado que el cuadro no logre resolverse en un período de tiempo esperado y se transforme en lo que se denomina una crisis patológica.

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Para comprender mejor ambos variedades de crisis, citaremos a Caplan para comprender en primer lugar que entiende el por crisis normal: “el psiquismo que esta sujeto a ese impacto de cambio súbito, invadido por la experiencia de confusión o de perplejidad, de angustia y de cierta depresión. Pasa un tiempo donde todo esto está alterado, que es el tiempo en el cual el psiquismo, consciente e inconsciente, va a buscar alguna respuesta. La noción de crisis normal supone que después de un tiempo prudencial, el psiquismo encuentra alguna respuesta al cambio de su vida”. Posiblemente en el caso de que el sujeto hubiera desarrollado una crisis normal, cumpliendo este cuadro sintomático, luego de pasado cierto tiempo prudencial, pasaría a realizar algún tipo de respuesta para salir de tal situación. Podría pensarse en una respuesta en términos de resignificar los puntos que han cambiado junto con lo que se ha modificado en el medio, resignar lo que se ha perdido – podríamos pensar en la emisora de radio, lugar de trabajo del pianista, o quizás algún amigos o compañero de trabajo ha resultado herido o fallecido en la explosión – en tal caso, encontrar la posibilidad de alguna eventual sustitución ya sea concreta o simbólica.

Otro posible desenlace frente a esta situación de violencia, podría ser que desarrollada una crisis normal, esta no decrezca. Los síntomas se perpetúan en el tiempo, se cumple ampliamente el tiempo de crisis normal y sin embargo el psiquismo no encuentra una respuesta adaptativa que le permita evitar la angustia y depresión constante. Según nos explica Caplan, el no encontrar respuestas por parte del psiquismo, pone en marcha una serie de circuitos realimentadotes que amplifican la problemática de la crisis [4]. Se entendería que a medida que el tiempo transcurre, el psiquismo enfermo no se queda detenido en ese estado, al perpetuarse el tiempo va empeorando. Si no aparece un cambio que de respuesta eficaz a la crisis, la angustia iría creciendo cada vez más. El sujeto entonces no tendría capacidad de respuesta, esta situación se va magnificando, y realimentando, ya que esta incapacidad aumenta la angustia, la cual incrementa la experiencia de impotencia psíquica. Observamos así como en un cuadro de crisis patológica, la angustia se alimenta a si misma, esto circuitos son más bien círculos viciosos, que aumentan la frustración y negatividad en el sujeto.

En el caso hipotético de que el protagonista de la película desarrollara una crisis patológica, su psiquismo se encontraría cada vez más confuso, perplejo, con sentimiento de impotencia y rodeado de un ánimo de negatividad. Probablemente el estancamientos de su organización psíquica desembocaría en nuevas patologías regresivas, desorganizaciones y sería esperable el surgimiento de ansiedades psicóticas, confusionales y eventualmente de tinte persecutorio. Nuevamente, todo esto no hace más que acrecentar la experiencia de impotencia, la observación de que no hay respuesta a un problema, reforzando el modelo de realimentación de la patología.

Antes de continuar con el tratamiento de otra escena de la película, quisiera llamar la atención a un punto no menor a la hora de analizar estos casos. La película empieza su relato a mediados de septiembre del año de 1939, momento en que la Alemania Nazi decide invadir Polonia. A partir de aquí y durante los años que perdura la segunda guerra mundial, el pueblo judío es victima de toda una serie de sometimientos que todos conocemos y son parte de las oscura y triste historia de la humanidad. El punto es que resulta difícil pensar en que un sujeto de la colectividad judía – o cualquier sujeto perseguido bajo ese régimen totalitario, como homosexuales o gitanos – pueda desarrollar una crisis normal y pasado cierto tiempo prudente, superarla. Esto por el simple hecho que el ambiente no era propicio para que el sujeto pueda realizar sus resignaciones, cuando quizás semana a semana iba siendo realimentado con nuevos sucesos perturbadores. Sería complicado resignar una pérdida para un individuo, si hoy eran saqueadas sus pertenencias, si al día posterior expulsado de su hogar y trasladado en trenes a un campo de exterminio, si la semana siguiente eran asesinados sus padres, si al mes siguiente sistemáticamente eran asesinados sus hijos. Sumado a la escasa posibilidad de sustituir la perdida con acciones concretas o simbólicas. La limitación de acciones era marcada a fuego de ametralladora por los guardias del régimen y simbólicamente parece imposible pensar en una elaboración de la situación a un modo objetivo, más bien todo apuntaría a que el sujeto sufra regresiones, negando la realidad y construyendo una nueva realidad a un modo psicótico.

Es por esto que hemos usado la primera escena, con la que inicia la película, para ejemplificar un posible desenlace de crisis normal. En lo que sigue y a mi parecer respecta, es casi imposible pensar en el termino “normalidad”. Ya que la situación de crisis de la que habla la trama es critica a un extremo atroz. No podremos pensar en “tiempos prudentes” de la crisis normal, cuando los sujetos no están inmersos en un estado normal de cosas. Hablar de tiempo prudente es una medida cultural, y por razones obvias, el pueblo judío no subsistía o me animo a decir, no sobrevivía, en un medio cultural sano, normal, civilizado, digno y apto para que puedan desarrollar una respuesta adaptativa a la crisis. Citemos a Fiorini para entender mejor esto: “Los entornos son decisivos para la evolución de la crisis, no sólo son decisivos los recursos que el sujeto tenga en tanto sujeto, sino además los entornos, porque lo que van a proveer en estas zonas de intercambio quienes participen de la crisis son, o factores equilibradotes, o factores desequilibrantes”.


A pesar de esto, se presenta al protagonista principal como un hombre que a pesar de sufrir tal degradación, vivir el exterminio, ver enviar a la muerte a todos los suyos, ha logrado subsistir, no ha sido vencido, el régimen no ha logrado tomar su dignidad y esperanza. Esta demás decir que ha sufrido inhumanamente, pero el film nos invita a observar que ha superado la situación de crisis, día a día, mes a mes, año tras año. No se observa que haya presentados síntomas de una crisis patológica, más bien ha sido victimas de una serie consecutiva de situaciones extremas de las cuales ha logrado resignar lo perdido, no sin esfuerzo. Ha logrado encontrar respuestas con acciones concretas, como ha sido ayudar a la resistencia ocultando armas, compartiendo alimentos. El solo hecho de ocultarse para sobrevivir, nos da la pauta que veía un futuro posible a pesar de todo. A lo largo de los años de guerra, el protagonista ha encontrando respuestas frente a sucesivos cambios súbitos en su condición de vida y ha podido elaborar internamente esos cambios. Demás esta decir que estas condiciones son la base por la cual las vivencias de Szpilman han sido llevadas al cine, y sin duda – así nos lo demuestran los relatos de otros sobrevivientes – no ha sido el único sujeto con tal fortaleza yoica y capacidad de adaptación.

Llegado a este punto, nos hemos puesto a pensar más finamente la situación global que ocurre en la trama de la película y es así que nos preguntamos si hay lugar para pensar en abordajes e intervenciones terapéuticas; creemos que la respuesta real sería negativa. Cómo pensar en terapias de salud mental en medio de una guerra de genocidio, sin dudas el ejército Alemán sería el primer contrincante a vencer. Nuevamente – como se explicó en la introducción – será necesario realizar un ejercicio de creación y pensar en desenlaces posteriores, en situaciones postconflicto. Es así que si un grupo de terapeutas hubiese tocado tierra europea y asistido a los sobrevivientes de los campos de exterminio, no tengo dudas que encontraría situaciones de crisis patológica – entre otras patologías quizás mas graves como desarrollo psicóticos, pero no ese el tema de este escrito-. Sería urgente comenzar con la labor ya que el factor tiempo seguramente estuvo jugando en contra hace años. Ya sería esperable que el daño sea enorme, porque la patología probablemente estaría presente hace varios semestres, pero a pesar de ello, cuanto antes posible se trate a los sujetos, más se reducirá el daño.

A lo largo de la película, se observan sucesivas escenas de hombres y mujeres que se encuentran caminando apesadumbradamente por las calles y por los campos de reclusión, con un sesgo deprimido, con poca actividad motora y mirada difusa. Madres que buscan a sus maridos o a sus hijos que no ven hace meses y sin embargo interrogan a cualquier sujeto que cruza su camino, siempre con la misma frase de forma repetitiva. En cierta escena se observa a un joven mujer que no para de gritar fuera de si por haber cubierto la boca de su hijo para que no se oyeran sus llantos y así no fueran descubiertos en su escondite; por hacer esto el niño muere asfixiado. Observamos ancianos que actúan irracionalmente, (si se me permite hablar de razón es este estado de crueldad) acusando que serán atacados y hurtados cuando ya en realidad nada tienen. Gente que camina entre cadáveres y personas muriendo por inanición. Escenas de este talante no solo son demostraciones de lo que puede hacer el hombre, también son muestra de todo aquello que puede soportar.

Qué factores deberían entonces tener en cuenta un terapeuta a la hora de comprender que subyace a una crisis patológica en la cual el sujeto no logra encontrar respuesta a la crisis. En primer lugar deberemos tener en cuenta que el sujeto que se encuentran inmerso en esta situación no ha de percibir su estado y por lo tanto no logra operar correctamente. Es el trabajo de otro detectar el problema e iniciar la demanda, como nos explica Fiorini: “Aquí la demanda hay que crearla, porque el sujeto no lo va a hacer. Porque si tiene las condiciones para pedir ayuda, ya está empezando a salir de la crisis.” 


En definitiva, lejos de la autobiografía autocomplaciente, el exorcismo académico o el historicismo caligráfico, Polanski se ha acercado a su terrible pasado desde la perspectiva del que se ha exiliado de sí mismo. Autoexilio que le permite impregnar cada uno de los planos de "El pianista" con la distancia antisentimental que exigía contar la historia de este fragmento del Holocausto, protagonizado por un antihéroe tan polanskiano como la Carol de "Repulsión" o la Rosemary de "La semilla del Diablo". Después de todo, la odisea de Wladyslaw Szpilman, que observa la guerra como un voyeur (son frecuentes las secuencias en las que, encerrado en un piso, contempla la destrucción del mundo que había conocido a través de una ventana o el ojo de una cerradura) contemplaría la película de su muerte futura, es idéntica a la odisea del Trelkovsky de "El quimérico inquilino", que no casualmente encarnaba el propio Polanski. "El pianista" no solo es el ajuste de cuentas del autor de "Chinatown" con la ocupación nazi y la persecución judía, sino también, y sobre todo, la historia de la difícil supervivencia del hombre contemporáneo en una sociedad cruel y esencialmente malvada. Lo que resulta más conmovedor es que, a estas alturas, Polanski siga creyendo que el arte es el único lenguaje que puede aniquilar las diferencias entre enemigos. El arte es el gran protagonista de esta película a la vez épica e intimista, tan desoladora y luminosa como la vida misma.

LA HISTORIA REAL 

Un joven pianista judío y su familia, los cuales residían en Polonia, se vieron expulsados, encerrados y masacrados en guetos junto al resto de la comunidad judía a causa del genocidio nazi y la ocupación de los países del Este durante la Segunda Gue Un joven pianista judío y su familia, los cuales residían en Polonia, se vieron expulsados, encerrados y masacrados en guetos junto al resto de la comunidad judía a causa del genocidio nazi y la ocupación de los países del Este durante la Segunda Guerra Mundial.
Posteriormente, al final de la guerra llegó el derrocamiento del III Reich y la expansión y dominio territorial del ejército soviético de la URSS de Stalin.

Éste es el marco histórico de la película, que nos muestra los terribles efectos del holocausto nazi sobre la comunidad judía que sufrió la explotación, la miseria y el exterminio de gran parte de su pueblo.También nos muestra cómo dentro de los guetos existían dos clases de judíos, los ricos y los pobres, y cómo la policía judía creada dentro de los guetos colaboraba con la policía secreta nazi para controlar a la población judía y que ésta no pusiese en peligro el dominio nazi del país. No hay que olvidar que el ascenso de Hitler al poder fue consecuencia de la aniquilación de la revolución alemana de 1918.

El nazismo masacró y fusiló a millones de trabajadores comunistas y socialdemócratas, además de destruir tanto al Partido Socialdemócrata como al Partido Comunista Alemán. Desde un punto de vista crítico debemos también valorar lo que sucede en nuestros días con la ocupación del ejercito judío de los territorios palestinos. Por esa razón, debemos denunciar tanto el holocausto nazi como el genocidio que sufren hoy los palestinos a manos del ejército israelí. Además, también debemos decir que no hay solución al problema de Oriente Medio bajo el capitalismo y, por lo tanto, es más necesario que nunca el fortalecimiento de la unidad de la clase trabajadora palestina e israelí para sentar las bases del socialismo en Oriente Medio. El nazismo masacró a comunidades étnicas enteras, pero también a millones de trabajadores comunistas que luchaban por un mundo mas justo e igualitario. La película relata la historia real del pianista polaco Wladyslaw Szpilman, quien años más tarde escribiría el libro El pianista del gueto de Varsovia, donde refleja tanto su historia personal como los sufrimientos del más de medio millón de judíos que perdieron la vida en el gueto de Varsovia.

Wladislaw Szpilman nació en Sosnowiec, el 5 de de diciembre en 1911, en el seno de una familia judía. Fue un compositor, famoso pianista, y sobreviviente del holocausto durante la Segunda Guerra Mundial en 1939, con la invasión de Polonia. Murió en el 2000 poco antes de que su libro autobiográfico, "El Pianista del Gueto de Varsovia" (“Śmierć Miasta”, disponible en FantasyTienda) fuera adaptado al cine de la mano de Roman Polanski bajo el título “The pianist”. Fue conmemorado por el gobierno polaco a la medalla de The Order of Polonia Restituta.

La familia de “Wladek” tiene la ilusa esperanza de que la guerra acabe con la unión de Gran Bretaña y Francia. Pero se equivocaron de una manera sobrecogedora. El régimen hitleriano comienza a desatarse lentamente, filtrando las calles de Polonia de ese veneno tan característico que viene antes de la tormenta. Los alemanes toman la ciudad poco a poco, y tratan de tranquilizar a la gente con carteles, diciendo que a ninguna persona se le faltará el respeto, que a nadie, por ninguna condición, le negaran los derechos; y más específico todavía: que a ningún judío le faltará de nada. “No hay nada de qué temer”.
La gente confiada, creyó todas esas mentiras pérfidas, y de pronto, la bomba se desató, estalló con un horrible estruendo a putrefacto, a racismo, a fascismo. Las calles tan tranquilas antes, se llenaron de nuevas leyes. Cada día un nuevo dictamen para sus ciudadanos judíos.

Aún hoy en día, existe este famoso gueto de Varsovia, famoso por sus pesares, por sus tristezas. El “Getto warszawskie” en polaco, fue el gueto más grande construido en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. Tan sólo existió tres años en la humanidad, pero tanto el hambre, como las enfermedades, y por supuesto, la ayuda de los nazis y sus campos de concentración, ayudaron a reducir la población judía hasta unos insospechables 50.000, de unos 400.000 ciudadanos. En este gueto, tuvo lugar una de las primeras revueltas contra la invasión nazi, el levantamiento del Gueto de Varsovia en 1943, donde Wladyslaw Szpilman tuvo un protagonismo muy importante, ayudando a traficar con el armamento para preparar a los prisioneros para la revuelta.
Dentro de este gueto, no se puede uno hacer la idea de que todos se ayudaban y convivían con el mismo pesar. No, cada uno tenía su sufrimiento, y existían personas que aún creían que no pasaría absolutamente nada. También existían las distintas clases sociales, ya que el humano nunca deja de ser humano, al fin y al cabo.Había gente muriéndose de hambre mientras otros eran capaces de hacer parar el piano de Wladek para poder contar las monedas de oro. El 20 de Enero de 1942, en la Conferencia de Wannsee, los líderes nacionalsocialistas tomaron la decisión de exterminar a todos los judíos de Europa. Esos fueron los últimos momentos del “Getto warszawskie”. La primera fase de la “Solución final” llamada “Operación Reinhard” fue llevada acabo en Polonia, construyendo el campo de exterminio de Treblinka en mayo de 1942, terminándolo en julio del mismo año, coincidiendo con el exterminio del gueto de Varsovia.


Wladyslaw Szpilman, el pianista que inspiró la creación de la película.

A pesar de todos los esfuerzos del Concejo judío, el 22 de julio, comenzó la llamada Große Umsiedlungsaktion (Gran acción de realojamiento) deportando al Este a más de 6.000 personas diarias. El líder del Concejo judío, al ver que sus esfuerzos por detenerlos serían totalmente en vano, terminó por quitarse la vida, dejando una nota de suicidio que rezaba: “No puedo soportar más todo esto. Mi acto mostrará a todos qué es lo correcto a hacer". Como era de esperarse, los suicidios aumentaron en número. La fase final de la primera deportación masiva sucedió entre el 6 y el 11 de septiembre de 1942. Entre estas fechas, 35.886 judíos fueron deportados, 2.648 ejecutados en el lugar y 60 se suicidaron. Luego de esta primera etapa, aproximadamente 55.000 personas permanecieron en el gueto, ya fuese trabajando en las industrias alemanas o viviendo a escondidas. En ese espeluznante desalojo, Szpilman vivió uno de los peores momentos de su triste vida.

Por supuesto, él estaba entre todas esas personas para ser deportadas a los famosos “campos de trabajos forzados”. Junto a su familia, esperó a la muerte sin saberlo realmente, pero teniendo una certeza en su corazón. Tal vez, un golpe de suerte, una jugada del destino, lo hizo desligarse de aquel fatídico final.

LO MEJOR: increíble banda sonora a piano y la magistral interpretación de Brody, que lo hizo merecedor de un premio Oscar a mejor actor y un premio César.

A continuación, os dejo con el tráiler en español y una de las piezas musicales que aparecen en la película, tocadas por el propio Wladyslaw Szpilman.




sábado, 2 de julio de 2016

Little Miss Sunshine


SINOPSIS: Los Hoover son una familia muy peculiar: el abuelo esnifa cocaína y suelta palabrotas, el padre fracasa estrepitosamente dando cursos para alcanzar el éxito, la madre no da abasto, el tío se está recuperando de un suicidio frustrado tras ser abandonado por su novio, el hijo adolescente lee a Nietzsche y guarda un mutismo absoluto. Y Olive, la hija pequeña, una niña gafotas y más bien gordita, quiere ser una reina de la belleza. Cuando, gracias a un golpe de suerte, la invitan a participar en el concurso de 'Pequeña Miss Sunshine, en California, la acompaña toda la familia. Hacinados en una destartalada furgoneta Volkswagen, se dirigen hacia el Oeste en un trágicómico periplo de tres días lleno de inesperadas sorpresas. El debut de Olive será el detonante de un cambio profundo en esta familia de inadaptados.


Reparto: Abigail Breslin, Steve Carell, Toni Collette, Greg Kinnear, Alan Arkin, Paul Dano, Beth Grant, Bryan Cranston, Jill Talley, Brenda Canela, Justin Shilton, Gordon Thomson.
Director: Jonathan Dayton, Valerie Faris.
Año: 2006
NOTA: 7 

'Pequeña Miss Sunshine' ('Little Miss Sunshine') se centra en los Hoover, una familia de lo más particular compuesta por el abuelo drogadicto, el padre que ha creado un curso sobre cómo tener éxito y no ser un fracasado, la madre que hace de "puente" de todos, el tío (hermano de ella) que se recupera de un intento de suicidio al ser abandonado por su novio, el hijo adolescente que lee a Nietzsche y se niega a hablar hasta que no sea piloto (pero escribe mensajes en una libreta), y la hija pequeña Olive, gafotas y con barriguita, que quiere ser una joven belleza. Un golpe de fortuna hace que Olive sea invitada a participar en el concurso de 'Pequeña Miss Sunshine' en California, por lo que toda la familia Hoover, por diferentes razones, tendrán que acompañarla, subidos a una destartalada furgoneta que sólo causará problemas.

Iniciada con esa perfecta melodía de Michael Danna "The Winner Is" que nos acompaña a lo largo de toda la cinta, el film nos muestra a  una familia desastrosa, llena de fracasados, dejándonos totalmente abiertos a cualquier posibilidad.

'Little Miss Sunshine' no es la típica película infantil americana o familiar, llena de topicazos al más puro estilo estadounidense. La cinta relata una historia de lo más emotiva sobre el viaje de una familia hacia un concurso de belleza infantil, donde podrán compartir más tiempo juntos y conocerse mucho mejor, ya que la familia se muestra como una panda de desconocidos, tan solo comparten un techo donde vivir, nada más.

En general se nos presenta como una cinta dramática, mostrándonos las imperfecciones de la familia Hoover. Lo curioso es donde se desarrolla toda la trama, que no es más que el sueño  de Olive: poder participar y ganar ese concurso de belleza para niñas, con lo cual aquello que se vende como drama, acaba teniendo pequeñas pinceladas de humor, en parte por esa esencia infantil e inocente que desprende la verdadera protagonista del filme. Es gracias a ese atractivo que la película gusta tanto, gracias a los personajes y a las situaciones que generan, todos son igual de importantes. Empezando por la pequeña Olive, una niña de siete años que tiene un sueño y que no piensa en lo que los demás opinen de ella: es así y punto.

A su padre no le acaba de gustar eso, él es un ganador y no un fracaso. Greg Kinnear, quien da vida al personaje de Richard Hoover, el padre de familia, persigue a toda costa el sueño americano, a través de una filosofía que él mismo ha creado y sigue a rajatabla: los nueve pasos hacia la victoria. Esto le hará perder la cabeza en muchas ocasiones, ya que todo lo acaba relacionando con esa idea que tiene sobre los campeones, pero en el fondo él cree que es un fracasado y se esconde bajo dicha idea. Kinnear está esplendido, me gustaba como homosexual en 'As Good as it Gets' y aquí ha seguido en su línea (dejando esa homosexualidad de lado).


Como contra, su padre es totalmente diferente. El abuelo de Olive, Edwin Hoover es alguien que sabe que es la vida y no se anda con chiquitas. Dará un toque de humor a la obra desde la vejez gracias a ese perfil de "viejo verde". Lo mejor del personaje es cuando deja de lado el ser gruñón o un pervertido y hace de apoyo moral en todos, tanto con su nieta como a su hijo, es viejo pero por encima de todo es padre y abuelo. Alan Arkin deja a lo más alto al personaje de Edwin, ganó un Oscar por ello y bien merecido. El abuelo no es el único apoyo moral de Olive, también esta su madre Sheryl (Toni Collete) quién quizás es la más sensata de toda la familia, pero se ve a leguas que no puede conseguir que su familia sea normal aunque sea por un día, simplemente es una madre y hace lo que puede.

Un dato curioso de la caracterización de la familia al completo es su vestuario, ya que muestra que tipo de persona son. El abuelo viste algo más rockero, con ese chaleco de cuero, reflejando su rebeldía. Olive viste colorida y con gafas inmensas, remarcando lo que ya he dicho, que no le importa lo que los demás digan. Dwayne es alguien solitario y se ve con ese peinado tan negro que le tapa los ojos, su tío sin embargo es alguien abierto y por eso lo visten de blanco. Finalmente los cabeza de familia son vestidos de una manera más normal, reflejando que se dejan llevar por su familia, pero los calcetines y shorts de Richard le delatan y por lo tanto nuevamente se ve que clase de persona es.

Gracias a estos seis personajes, se dan lugar a muchísimas escenas que son para enmarcar. Muchos recordaréis la primera escena para poder subir a la camioneta, quizás es la que más muestra la unión de la familia hacia California. Pero para cambiar un poco, he subido la escena del helado, una escena que capta la esencia de la película a más no poder. El padre de Olive le come la cabeza diciéndole que el helado engorda, el resto de la familia apoya a Olive en una acción de lo más bonita.

Después de haber soltado todo el rollo sobre los personajes, aún me queda más por decir: ese no es el único atractivo de la película. Para que quede claro, decir que esta cinta es puro arte es quedarse corto. Entre la música, la cantidad de planos perfectos que hay y lo colorida que es la cinta, entra sola por los ojos. Me quedo con cierta escena donde Dwayne sale de la furgoneta furioso, tiene todo lo que se pueda desear: sentimiento y arte visual.

La niña logra ser aceptada en el concurso, siendo este punto el catalizador que unirá a todos los dispares integrantes de la familia a un viaje por carretera rumbo al certamen. Los Hoover se arrejuntan en su oxidada furgoneta Volkswagen y se dirigen hacia el Oeste en un tragicómico periplo de tres dí­as lleno de locas sorpresas, muerte, y descubrimiento dentro de sus personales particularidades.Se trata de un film de trasgresor e interesante ya que todos sus personajes son individuos aparentemente fracasados dentro de una cultura que venera el éxito. Sus protagonistas resultan fascinantes como seres comunes y corrientes a los que podemos ver ampliamente en su complejidad existencial, la cual, a pesar de ser inherente al ser humano, la cultura norteamericana se ha empecinado en simplificar, en un modelo que no da cabida a la diferencia o a la normalidad, poniendo el énfasis en los triunfadores, en la victoria, en la fama, en los estereotipos y los modelos "in".

Es sin duda una cinta que critica a una sociedad trastocada donde destacarse y no ser uno del montón es una fijación. El film le pega un golpe al tan venerado "sueño americano" a través de la historia de este peculiar grupo de personas definitivamente diferentes, un clan disfuncional pero unido por profundos lazos de sangre y afecto.Más allá de su aparente excentricidad, el film esgrime un discurso profundo. Es impecable en su factura, posee un sólido guión y está acertadamente dirigido. Destaca un grupo actoral que da lo mejor de sí­ y que gracias a sus maravillosas actuaciones le imprimen un crudo realismo a un film centrado en las relaciones entre sus personajes y las distintas catarsis que van viviendo a través de un viaje que es mucho más que simples kilómetros recorridos.


La pequeña Olive es el corazón de la pelí­cula, en un performance desgarrador de Abigail Breslin, nominada como mejor actriz de reparto en tanto en los Globos de Oro como en los Oscars del 2007, percibimos la inocencia que le permite a la niña creer devotamente en su sueño de lograr ser la ganadora de un concurso que premia la "perfección" que ella evidentemente no tiene. El secreto es que ella no lo sabe y es justamente su ignorancia la que la salva del ridí­culo y que arrastra a toda la familia a reí­rse de si misma y de alguna manera aceptarse aunque los etiqueten de perdedores.En sin duda un film adorable, una pelí­cula que justamente atrapa por la sencillez con que trata un duro tema sin perder el sentido del humor y la humanidad en su historia cosa que los grandes estudios se han olvidado como recrear.

Se agradece este cine reflexivo y a la vez divertido entre tantos personajes distantes alejados totalmente de la complejidad humana que plagan a la mayorí­a de las pelí­culas. Es excelente considerando que es una ópera prima, aunque sus realizadores tienen años trabajando en el mundo del video clip, no es lo mismo hacer un video que una buena pelí­cula. Se trata de una dupla creativa definitivamente prometedora.Es en definitiva un film optimista, a pesar de estar lleno de pequeñas tragedias.

Sin embargo, es un optimismo que se adivina así­ como el desenlace final. Es en cierto punto algo predecible, faltándole giros dramáticos de envergadura que hacen que la cinta sea algo lineal, con más pretensiones que logros. Como debut en la pantalla grande es maravillosa pero le falta la pericia de la experiencia para convertirse en una obra maestra.Sin embargo, por el sabor dulzón que deja en la boca, vaticinamos que ganará muchos premios, ganará buenas crí­ticas y llegará al corazón de la audiencia con fuerza ya que sin duda es una historia conmovedora.

En el festival de San Sebastián 2006 obtuvo el premio del público. Así­ mismo recibió el premio a la Mejor Pelí­cula tanto del Sindicato de Actores como el de Productores de Usa y estuvo nominada en la misma categorí­a para los Oscars y los Independent Spirit Awards.Se trata de entretenimiento para todos, con un tono de crí­tica y reflexión sobre la sociedad norteamericana y sobre las relaciones familiares en general, que por su sentido del humor y profundidad se convierte en un canto a la diferencia que quedará resonando en la cabeza de todos los espectadores.

Sí, Little Miss Sunshine es como una gran familia, y al final de la cinta acaba logrando lo imposible; que hasta el que peor te caía de sus integrantes (el fracasado Richard al que le hubiese metido un buen guantazo cuando le dice a Olive que no coma helado! Eso es de ser idiota, hombre! Qué triunfador ni que narices? Si nadie quiere publicar tu estúpido proceso!). En cuanto al resto: Abigail Breslin es la cosa más dulce y enternecedora que haya visto. Su interpretación te rompe el corazón y es el pequeño halo de inocencia que actúa como centro de la loca familia. Actuando como otro vínculo de unión encontramos a la madre de familia a la que da vida Toni Collette. Desgastada por la presión y por tener que tirar de todos (incluido el incompetente de su marido) hacia adelante, es ella la que piensa por todos cuando hay las grandes crisis, como cuando muere Edwin o cuando Dwayne descubre que no va a poder ser piloto. Al final de tanto problema hasta te preguntas como un simple abrazo de la pequeña Olive logra que lleguen al campeonato a tiempo. Ésta, recibe todo el apoyo y instrucción de su (posteriormente difunto) abuelo, un adicto a la heroína y cascarrabias Alan Arkin, que ofrece una de las escenas con más alma de toda la cinta cuando su nieta le pregunta en lágrimas si es guapa y el le responde que es la chica más hermosa que ha visto. Para cerrar el círculo, encontramos una sorpresa: Carell, que me decepcionó por completo con su transparentemente sosa interpretación en Crazy, Stupid, Love ofrece el doble de fuerza aquí como un suicida depresivo, entablando una curiosa relación (muchas veces sin palabras ni sin necesidad de los pastelosos discursos que usaba en la otra cinta) con Dwayne. Ambos atrapados en un mundo que muchas veces no los entiende, se dejan llevar por la locura de la familia Hoover.


LO MEJOR: Lo característico y original de la familia Hoover, intentado perseguir el sueño de su hija y las aventuras vividas por ésta que te harán disfrutar de la película.

A continuación, el tráiler en español de la película y una de las escenas más divertidas del filme.







El intercambio: el regreso del hijo desaparecido

The Changeling/El intercambio

SINOPSIS: Los Angeles,1928. Christine Collins (Angelina Jolie) es una madre soltera cuyo hijo desaparece sin dejar rastro. Algunos meses después, la policía le comunica que ha encontrado al niño, pero, nada más verlo, Christine se da cuenta de que no es su hijo. Sin embargo, está tan confundida que se lo lleva a casa, aunque exige que continúe la búsqueda de su verdadero hijo. Tachada de loca e incapacitada por la policía, por fin encuentra un aliado en el reverendo Briegleb (John Malkovich), que la ayudará en su lucha.


Reparto: Angelina Jolie, John Malkovich, Jeffrey Donovan, Colm Feore, Amy Ryan, Gattlin Griffith, Michael Kelly, Jason Butler Harner, Devon Conti, Pamela Dunlap, Riki Lindhome, Denis O'Hare, Geoff Pierson, Eddie Alderson
Director: Clint Eastwood
Año: 2008
Nota: 9

Angelina Jolie demuestra ser una gran actriz con este papel diferente a lo que ha hecho en otras ocasiones. Muestra todo tipo de emociones y, lo que es más importante, crea un personaje atractivo, fuerte y con gran carisma. La película está tan basada en la sra. Collins que apenas cuenta con escenas en las que no aparezca ella, por lo que una intérprete con menores capacidades, por muy guapa que fuese, no habría sido capaz de sostenerla.

Christine vive en un mundo de hombres en el que destaca por no comportarse como la habitual mujer desamparada y necesitada. Los demás personajes son masculinos casi en su totalidad y el resto de los actores encarnan sus papeles igual de correctamente. Malkovich se aleja de su clásico personaje malvado o perverso para darnos algo más comedido, aunque con su originalidad. Jeffrey Donovan, el comisario al cargo de la investigación, tiene también uno de los papeles de mayor peso y consigue hacer una buena interpretación porque, a pesar de estar claramente en el lado malo, en un principio engaña haciéndonos creer que es mejor persona y que podría ser capaz de cambiar de opinión si viese claramente que se estaba equivocando.


En ‘El intercambio’, la narración de los hechos se hace de una manera muy clara y directa. Todo lo mostrado tiene la capacidad de producir las emociones que se requieren en cada momento: indignación, empatía, satisfacción, alivio… Retrata también hechos descarnados que transmiten tristeza o irritación. A pesar de que tiene una larga duración, el film no se hace pesado porque siempre están ocurriendo nuevos acontecimientos que arrojan luz sobre la historia y que interesan. Cada uno de los giros que toma el guión lo hace aún más suculento. Por lo tanto, en todos los aspectos, se trata de una gran película, muy bien llevada y que consigue sus propósitos sin problemas.

Estamos ante una película que se presenta a sí misma como "una historia verdadera", entrando de lleno en el sistema de películas "basadas en hechos reales" y gozando, por supuesto, de las ventajas que supone ser parte de este género. ¿Es que acaso, cuando vemos una película que se declara como basada en algún hecho o personaje real, nuestra sensibilidad y expectativas no se agudizan?. Por una parte, impacta el pensar que "eso" le pudo pasar a alguien real, de carne y hueso, por otro lado, nos ponemos más exigentes y queremos ver verosimilitud en la puesta en escena, una correspondencia directa entre la película (el espacio y tiempo representado en la historia) y la realidad. Pero también, en el plano del contenido, los espectadores más idealistas aspiran a obtener la "verdad" o al menos un camino para alcanzarla, sobre todo cuando se trata de acontecimientos vinculados con la crónica roja.

La historia de Christine Collins tiene elementos suficientes para activar las emociones del espectador y complacer las expectativas de una audiencia que no puede mantenerse indiferente ante el drama de una madre soltera a quien le secuestran su hijo de nueve años.

Así, surge una tragedia que toma cuerpo y se expande gracias al contexto que le rodea. Una sociedad en decadencia, una ciudad hostil, un sistema policial viciado. Todos, elementos que no sólo cumplen con la función de obstaculizar la búsqueda de Christine, sino que también le brindan cierta densidad a la historia. El sustituto, plantea ir más allá del drama individual y muestra algunos trapos sucios de la sociedad moderna.

Image 2Y es esta intención manifiesta la que le motiva a destacar, en medio de lo anécdotico, los mecanismos represivos que utilizan ciertas instituciones sociales con el fin de mantener el bendito "orden social". Además del obvio cuestionamiento ético (ideológico) de instituciones como la policía y el sistema judicial, el filme dedica también su tiempo a la labor represiva de los psiquiátricos, instituciones que todas unidas controlan y aislan a cualquier elemento que no responda a las reglas del orden social dominante.

Es en medio de este panorama, agresivo-castrador, y curiosamente dominado por los varones, donde Christine en vez de ser reconocida como víctima es perseguida y castigada. Interesante que un filme como éste tenga espacio para subrayar como lo "femenino" ha sido vulgarmente definido dentro del entorno social. Cómo lo femenino suele identificarse a partir de esquemas que etiquetan y subvaloran la condición de ser mujer. Así, la manera como la policía (en tanto institución del Estado) tiene para hacer que Christine entre por el aro, es apelando a su "femenidad", a su condición de soltera, a su estados emocionales (por aquello de sensibilidad femenina vs racionalidad masculina, etc.), y muy especialmente a su condición de madre. Son muy buenas las escenas en que Christine intenta relacionarse con el niño "sustituto" y sobre todo cuando demuestra abiertamente su rechazo hacia él.


Clint Eastwood realizó esta película con una mujer como protagonista y con un tema escabroso. La historia real de Christine Collins (1891-1964) y su personal cruzada por recuperar a su hijo, que conmocionó a la ciudad de Los Ángeles en su época. Los enormes sótanos del Ayuntamiento de Los Ángeles albergan casi cien años de historia en sus archivos, entre los que se encuentran decenas de miles de páginas con los informes sobre Christine Collins y las sesiones del Consejo Municipal de Bienestar Social a finales de los años veinte del siglo pasado. Cuentan la historia de la desaparición de Walter, su hijo de 9 años, y las enrevesadas maquinaciones del Departamento de Policía de Los Ángeles durante y después de la más que deficiente investigación. El guionista J. Michael Straczynski, había trabajado para Los Angeles Times, The Herald Examiner y Time, entre otras publicaciones, y hace unos años descubrió la asombrosa historia de la mujer que detuvo la maquinaria política de la ciudad.

Lo que al principio era una historia interesante no tardó en convertirse en un relato absorbente para J. Michael Straczynski a medida que iba descubriendo más detalles. Dedicó un año a seguir el complicado itinerario que recorrió Christine Collins durante siete años para descubrir qué le había pasado a su hijo. Pero lo que descubrió en los polvorientos archivos era mucho más grave que la farsa ideada por el joven Arthur Hutchens. Había una historia paralela, la de Gordon Northcott, un hombre depravado que alternativamente reconocía y negaba haber matado a Walter, y la del terrible y violento poder que ejercían las autoridades de Los Ángeles en la época.
 J. Michael Straczynski dice: «Todo se basa en el deseo de Christine Collins por descubrir lo que pasó, en que nunca se rindió, pasase lo que pasase. Nunca abandonó su búsqueda. Su tenacidad le dio fuerzas para soportar cosas que habrían roto a cualquiera, pero ella nunca dejó de luchar. Quería rendirle un homenaje». Para hacer más veraz la historia, el guionista incluyó frases sacadas del testimonio de Christine y de otras personas.

LA HISTORIA REAL

Los crímenes de Wineville (fueron conocidos como asesinatos del gallinero de Wineville) son una serie de secuestros y asesinatos de niños que tuvieron lugar en Los Ángeles de 1928 a 1930. El caso expuso al gran público la corrupción en el Departamento de Policía de Los Ángeles y recibió atención nacional. En el año 1928, Los Ángeles estaba en manos de una infraestructura política despótica a cuya cabeza se encontraba el alcalde George E. Cryer, respaldado por el jefe de policía James E. “Dos pistolas” Davis (a menudo fotografiado adoptando una postura de matón con sus dos pistolas) y su grupo de policías pistoleros que aterrorizaban la ciudad. Frase del jefe de policía Davis que repite su personaje en el film: «Juzgaremos a los pistoleros en las calles de Los Ángeles. No me los traigan vivos, los quiero muertos. Cualquier agente que muestre la menor compasión merecerá una reprimenda». Es posible que la presión ejercida por el jefe de policía explique por qué intentaron resolver el caso Walter Collins cuanto antes, sin tener en cuenta que el chico que habían entregado a la madre no era el desaparecido.Pero el reinado del alcalde y del jefe empezó a hacer aguas cuando Christine Collins, denunció la desaparición del niño. Después de meses de búsqueda, la policía solo había obtenido una creciente publicidad negativa.
Cuando se encontró a un chico en DeKalb, Illinois, que decía ser Walter, Christine y todos los que participaban en la búsqueda contuvieron la respiración. Después de ver las fotos, las autoridades estaban convencidas de que el caso estaba resuelto. Christine reunió el dinero necesario para traer al niño y la policía de Los Ángeles organizó un auténtico montaje mediático para el reencuentro entre el niño y la desesperada madre. Estaban convencidos de que distraería la atención del público y alejaría la presión a la que empezaban a estar sometidos por su incapacidad para resolver este caso (y la mayoría de casos) y que además haría olvidar los numerosos escándalos de corrupción. Pero el problema fue que el niño en cuestión no era Walter.
A pesar de que Christine Collins declaró inmediatamente y en repetidas ocasiones que el niño no era su hijo, el agente encargado del caso, el capitán J.J. Jones, según lo que ella contó en la vista ante el Consejo Municipal, le dijo que “probara el niño un par semanas”. Confundida y desorientada, aceptó. Y el caso se cerró.


A las tres semanas, Christine Collins volvió con el niño diciendo que no era Walter por mucho que dijera la policía. El capitán Jones no estaba acostumbrado a que cuestionaran sus decisiones, y menos una mujer. Con la aprobación tácita de Davis, el jefe de policía, sometió a Christine a una campaña difamatoria y la hizo ingresar en el ala de psiquiátrica del hospital del condado para no reconocer su equivocación. Allí estuvo encerrada cinco horribles días bajo un «Código 12» reservado para personas difíciles, normalmente mujeres, a las que se ingresaba en el ala psiquiátrica sin orden judicial.
El niño que dijo ser Walter acabó reconociendo que tenía 12 años y que se llamaba Arthur Hutchens (también usaba el alias de Billy Fields), un chico del Oeste Medio que se había escapado de su casa y que quería llegar a Hollywood para conocer a Tom Mix, su actor favorito. Cuando oyó a alguien en un bar de carretera de Illinois decir que tenía un parecido asombroso con el chico Collins, se le ocurrió entregarse a las autoridades locales y hacerse pasar por Walter para que Christine le pagara el billete de autobús a Los Ángeles, le alojara y alimentara. Sólo después de que Hutchins admitiera la verdad, diez días más tarde, Christine fue puesta en libertad. Sin saberlo, su plan desencadenaría una serie de acontecimientos que cambiaría para siempre el comportamiento de la policía de Los Ángeles.
Un ministro presbiteriano llamado Gustav A. Briegleb ayudó a Christine Collins. Como una auténtica espina clavada en el costado del sistema, el activista alentaba a la gente a luchar contra la corrupción desde su programa de radio y sus sermones. Trabajó con Christine y su abogado para que el caso de Walter no se enterrara y para desvelar el tratamiento inhumano al que había sido sometida en el ala psiquiátrica.
El legendario letrado S.S. Hahn, se encargó del caso Collins y preparó el camino para la prohibición de los encarcelamientos realizados bajo el famoso «Código 12». Consiguieron que varios líderes políticos dimitieran y desenmascararon la corrupción que había invadido el departamento de policía.


Christine Collins, la mujer que inspiró la película.

En 1928, Sanford Clark, sobrino de 15 años de Gordon Northcott, llevó a la policía a la granja de pollos de su tío situada cerca de Wineville, California. Los agentes hicieron un horrible descubrimiento: los cadáveres de varios niños matados a hachazos y enterrados. Sanford Clark afirmó que uno de ellos era Walter, pero nunca se pudo demostrar. Los investigadores encontraron un hacha y restos de huesos, pelo, y los dedos de tres de las víctimas enterrados en cal cerca del gallinero del rancho de Northcott cerca de Wineville, de ahí el nombre de «asesinatos del gallinero de Wineville».
La investigación sacó a la luz la espeluznante vida que llevaban los Northcott en su granja de la muerte y consiguió resolver algunos casos de niños desaparecidos en la región. Se descubrió que Northcott, de 24 años, y su madre Sarah Louise Northcott, habían secuestrado, torturado y matado a niños en su propiedad. El asesino en serie fue condenado y ejecutado por la muerte de cuatro niños, aunque se estima que mató a muchos más. El homicida, un narcisista amante de la publicidad, jugó con Christine Collins hasta el día de su ejecución cambiando constantemente de versión acerca de lo que le hizo a Walter.
Después de 27 días de juicio, el 7 de febrero de 1929 Gordon Stewart Northcott fue declarado culpable de matar a Lewis y Nelson Winslow y otro niño mexicano no identificado. El jurado lo condenó por secuestrar, abusar sexualmente, torturar, asesinar, y descuartizar a estos y otros niños durante el año 1928. El 13 de febrero de 1929, el Juez Freeman condenó a Northcott a ser ahorcado, sentencia que se llevó a cabo 2 de octubre de 1930.
Más tarde, Louisa Northcott, madre del condenado, admitió haber asesinado a Walter Collins. Fue condenada a cadena perpetua en la prisión estatal de San Quintín, aunque se cree que Northcott había coaccionado a su madre para cometer el asesinato. En el número de la revista Time del lunes 11 de febrero de 1929, se informó que «Gordon Stewart Northcott, mientras que era juzgado por abusar y asesinar a cuatro niños, escuchó testificar a su madre que no era en realidad su madre, sino su abuela». La madre de Northcott fue condenada a cadena perpetua en la prisión de San Quentin.
Christine Collins murió en 1964 sin saber lo que le había pasado a su hijo. A pesar de que la mujer demandó a la ciudad y ganó el pleito, por lo que el municipio debía indemnizarla con 10.800 dólares, nunca cobró un centavo.

En definitiva, ‘El intercambio’ es una buena película, muy elegante y bien ambientada, que cuenta una historia que cala hondo. Mantiene el interés durante todo su largo metraje con giros de guión y nuevas informaciones.

LO MEJOR: el realismo con el que se realizó el filme comparándolo con el suceso histórico.

A continuaión, os dejo con el tráiler de la película en español y un documental de la historia real que inspiró la realización de la película.